jueves, 10 de noviembre de 2022

COP27: La Traición

 COP27: La Traición

Julio César Centeno

Tras 30 años de negociaciones infructuosas sobre el calentamiento global en el seno de la ONU, su Secretario General actual, Antonio Guterres, se vio obligado a reconocer el fracaso: “Los compromisos asumidos por los países hasta ahora son una receta para el desastreEstamos en una lucha a muerte por nuestra seguridad hoy y nuestra sobrevivencia mañana. Vamos camino a un desastre climático. La humanidad debe elegir: cooperar o morir

Annalena Baerbock, ministra de relaciones exteriores de Alemania declaró en su discurso de apertura en la COP27: “La humanidad se dirige hacia el abismo, hacia un calentamiento de 3°C, con efectos devastadores sobre nuestras vidas”

La inacción ante el cambio climático conduce a un colapso de nuestra civilización” – David Attenborough

Un grupo de científicos publicó recientemente un comunicado en la prestigiosa revista científica BioScience en el que advierte:

Estamos en código rojo en el planeta Tierra.

La humanidad enfrenta inequívocamente una emergencia climática. El futuro mismo de la humanidad depende de la creatividad, la fibra moral y la perseverancia de los 8.000 millones de personas en el planeta en la actualidad.

Las políticas actuales conducen hacia un aumento de 3°C para el 2100, una temperatura que no se ha registrado en 3 millones de años

– BIOSCIENCE: World Scientists’ Warning of a Climate Emergency 2022.

Una coalición de 14.700 científicos de 158 países publicó un año antes en la misma revista una Advertencia Sobre la Emergencia Climática: “El cambio climático causa alteraciones significativas a los ecosistemas, a la sociedad y a la economía, haciendo inhabitables amplias regiones de la Tierra” (https://academic.oup.com/bioscience/article/71/9/894/6325731 )

El objetivo central del Acuerdo de París es “limitar el aumento de la temperatura superficial promedio del planeta a no más de 2°C para finales del siglo 21 con respecto al promedio de la época pre-industrial, haciendo lo posible por limitarlo a 1,5°C”.

Las justificaciones de estos límites se encuentran detalladamente especificadas en los informes del Panel de Expertos en Cambio Climático (IPCC), órgano científico asesor de la ONU en esta materia. El más reciente compara las implicaciones de un aumento de 1,5°C con las de 2°C para destacar la extrema gravedad de exceder el límite de 1,5°C, por su destructivo impacto sobre el equilibrio natural que ha conocido la humanidad durante el holoceno, desde que descubrió la agricultura y se establecieron asentamientos humanos hace 10.000 años.

Cruzar el umbral de 1,5°C conduce a un escenario global altamente peligroso. Cruzar el umbral de 2°C coloca a la humanidad en un escenario catastrófico. Las consecuencias se encuentran claramente establecidas en los informes del IPCC, fundamento de las decisiones tomadas en el Acuerdo de París, apoyados por todas las Academias de Ciencia del mundo, sin excepciones, así como por todos los centros especializados de investigación sobre la materia a escala mundial.

El 97% de las publicaciones científicas de los últimos 30 años en la literatura especializada concuerda en que el calentamiento global acumulado hasta la fecha, 1,2°C, es producto de la actividad humana a través de las emisiones de gases de efecto invernadero, principalmente CO2 y metano. La atención se centra en las emisiones de CO2 por permanecer activo como agente de calentamiento global durante siglos y por representar tres cuartas partes de las emisiones anuales de gases de efecto invernadero. Las emisiones de metano son 30 veces más potentes por unidad que las de CO2, pero permanecen activas sólo 12 años y representan el 14% del total de emisiones anuales de gases de efecto invernadero.

Para limitar el aumento de temperatura a 1,5°C para el año 2.100 es necesario que las emisiones de CO2 durante el período 2021-2100 se limiten a 400 giga-toneladas (400.000 millones de toneladas). En la actualidad se emiten 40 giga-toneladas por año, con clara tendencias al alza. De mantenerse las tendencias actuales, el umbral de 1,5°C se cruzará para el 2030 a más tardar, en apenas 8 años (IPCC AR6).

Para evitar que el aumento de temperatura exceda el límite de 1,5°C es necesario reducir rápida y drásticamente las emisiones netas de CO2. En la COP26, hace apenas un año, se acordó reducirlas a cero para mediados de siglo. Pero, en la práctica, los compromisos asumidos por los países conducen a un aumento significativo y suicida en emisiones.

Aun en el extremadamente poco probable escenario en el que todos los países cumplan todos los compromisos asumidos hasta el presente, terminaríamos con un aumento de 3°C para finales de siglo, desatando un verdadero infierno sobre la Tierra y condenando a la mayor parte de la humanidad a su aniquilación. La mayor parte de la franja tropical del planeta, especialmente las zonas más cercanas al Ecuador y más cerca del nivel del mar, se harían inhabitables para la especie humana.

Si todos los países concuerdan en el gigantesco peligro de mantener las tendencias actuales, ¿por qué no se logran avances concretos para cumplir lo suscrito en el Acuerdo de París?

El aumento de temperatura se encuentra estrechamente vinculado a la concentración de CO2 en la atmósfera. El punto de referencia acordado es el promedio de la época preindustrial, durante el período 1850-1900, cuando la concentración de CO2 era 280 partes por millón (ppm) y la temperatura superficial del planeta promediaba los 13°C. En la actualidad, la concentración de CO2 es de 420 ppm y la temperatura registra un aumento de 1,2°C con respecto al promedio de la época pre-industrial.

Con la visita de El Niño el próximo año, el aumento en las emisiones y la recuperación cíclica de la irradiación solar tras el mínimo alcanzado en el 2020, la temperatura promedio puede exceder 1,3°C en el 2023, convirtiéndose en el año más caliente de los últimos 10.000 años.

La concentración actual de CO2 en la atmósfera (420 ppm) corresponde a un aumento promedio de temperatura de 3°C. El aumento registrado es de sólo 1,2°C debido a dos factores fundamentales. Junto a las emisiones de gases de efecto invernadero, la actividad humana también provoca la emisión de aerosoles a la atmósfera. Los aerosoles mitigan el calentamiento global. Su concentración actual provoca una reducción neta de 1°C en la temperatura promedio registrada.

La mayor parte de las emisiones de aerosoles corresponde al consumo de combustibles fósiles. Los aerosoles son además de corta duración. La reducción en el consumo de combustibles fósiles conduciría a una reducción en la concentración de aerosoles, desbloqueando el correspondiente aumento en la temperatura promedio del planeta. 

El segundo factor de importancia, en la diferencia entre la temperatura registrada y la correspondiente a la concentración actual de CO2 en la atmósfera, es el desbalance energético planetario, de 1,08 vatios por metro cuadrado de superficie terrestre en el 2020. El planeta absorbe más energía que la que emite, lo que irremediablemente conduce a un aumento latente de temperatura de aproximadamente 0,8°C por efecto de la inercia climática, en un periodo de 30 a 50 años. Implica que en ese periodo de tiempo la temperatura promedio aumentará al menos 0,5°C aunque se detengan de inmediato todas las emisiones de gases de efecto invernadero.

La relación entre la concentración de CO2 en la atmósfera y la temperatura promedio en la superficie del planeta es fundamental en el cumplimiento del Acuerdo de París. Un aumento en la temperatura registrada de 1,5°C para el 2.100 con respecto al promedio 1850-1900 corresponde a la emisión acumulada de 2.840 giga-toneladas de CO2 durante el período 1900-2100.

Las emisiones acumuladas durante el período 1900-2020 sumaban 2.440 giga-toneladas. Se desprende que el presupuesto disponible de emisiones es de apenas 400 giga-toneladas durante el periodo 2021-2100 para un aumento de temperatura registrada de 1,5°C para finales de siglo (IPCC AR6). Implica a la vez que las emisiones netas de CO2 deben reducirse a la mitad para el 2030 y a cero para mediados de siglo.

En estas variables radican los obstáculos a cualquier progreso en las negociaciones del Acuerdo de París:

  1. ¿Cómo distribuir el presupuesto disponible de emisiones durante el período 2021-2100 entre los diferentes países del mundo?
  2. ¿Cuáles son las responsabilidades históricas relacionadas con las emisiones de CO2 acumuladas durante el período 1900-2020?
  3. ¿Cómo se financia la descarbonización de la economía mundial, sustituyendo los combustibles fósiles por energías alternativas renovables y libres de emisiones de CO2?

Distribución del presupuesto de emisiones 2021-2100

Las negociaciones del Acuerdo de París se reducen en la práctica a negociaciones entre países industrializados, ricos y poderosos, con el 17% de la población mundial,  y países en desarrollo, pobres, tecnológicamente dependientes y endeudados, con el 83% de la población mundial.

Los países en desarrollo han propuesto que el presupuesto disponible de emisiones para limitar el aumento de temperatura a 1,5°C, 400 giga-toneladas de CO2, se distribuya entre toda la humanidad en partes iguales.

Partiendo del principio de igualdad y justicia, a toda persona le corresponde una proporción igual de la capacidad de la atmósfera, un bien común de toda la humanidad, para albergar moléculas de CO2 provenientes de la actividad humana. Proponen así que el presupuesto disponible de emisiones se distribuya en proporción con la población de cada país.

Los países industrializados, la élite mundial, se oponen a este planteamiento, sin proponer medidas alternativas. Simplemente retrasan la decisión, lo que les permite continuar acaparando gratuitamente la mayor proporción de ese presupuesto con sus desproporcionadas emisiones en comparación con su población.

Su táctica dilatoria les permite apoderarse de la mayor parte del presupuesto disponible de emisiones sin costo alguno. Cuando eventual e inevitablemente se llegue a un acuerdo, el presupuesto se habrá reducido a niveles que le impidan a los países más pobres, la mayor parte de la humanidad, impulsar su desarrollo a través del consumo de combustibles fósiles, aunque dispongan de estos recursos en sus propios territorios.

Estados Unidos, por ejemplo, ha anunciado que su política ante el calentamiento global se fundamenta en alcanzar emisiones netas cero para el 2050. Implica apoderarse de 80 giga-toneladas del presupuesto disponible de emisiones 2021-2100, cuando le corresponden sólo 17 giga-toneladas en proporción con su población. La diferencia tiene en la actualidad un valor de 5 billones de dólares. Implica además el despojo del presupuesto de emisiones que le corresponde a 1.210 millones de personas de otras regiones del mundo, principalmente en países en desarrollo.

El 83% de la población mundial en los países en desarrollo, empobrecidos y endeudados, se verán forzados a escoger entre permanecer indefinidamente en la pobreza, impedidos de impulsar su desarrollo a través del consumo de combustibles fósiles, o encadenar a sus generaciones futuras con deudas colosales para descarbonizar sus economías.

Responsabilidades históricas

Las emisiones acumuladas de CO2 durante el período 1900-2020 se originaron en un 70% en países industrializados, donde se encuentra apenas el 17% de la población mundial.

Los países industrializados acumularon riqueza y poder a través del consumo de combustibles fósiles y la acumulación gratuita de gases de efecto invernadero en la atmósfera, utilizándola como vertedero gratuito de sus emisiones tóxicas.

El calentamiento global acumulado durante el período 1900-2020 es proporcional a las emisiones de CO2 acumuladas durante ese período. Se deduce que el 70% del calentamiento global acumulado 1900-2020 es responsabilidad del 17% de la población mundial en los países industrializados. Por consiguiente, su contribución a la superación de la crisis climática actual debería ser proporcional a su responsabilidad acumulada hasta la fecha. Los países industrializados, ricos y tecnológicamente más avanzados, deberían contribuir con el 70% del presupuesto necesario para descarbonizar la economía mundial.

Pero en las negociaciones del Acuerdo de París se han negado sistemáticamente, durante 30 años, a reconocer cualquier responsabilidad histórica por sus desproporcionadas emisiones de gases de efecto invernadero, aunque tal responsabilidad se encuentra explícitamente establecida en el Convenio Marco sobre el Cambio Climático de 1992, en el Protocolo de Kioto de 1997 y en el Acuerdo de París del 2015.

Durante el período 1900-2020 los países industrializados emitieron 1.710 giga-toneladas de CO2 a la atmósfera. En proporción con su población les correspondía emitir un máximo de 410 giga-toneladas. El exceso, 1.300 giga-toneladas, corresponde a una deuda climática acumulada de 104 billones de dólares a precios actuales (millones de millones. Precio actual de permisos de emisiones en el mercado de la Unión Europea: US$ 80/ton CO2).

Si distribuimos esta deuda climática, de los países industrializados con los países en desarrollo, en un periodo de 30 años, les correspondería aportar 3,5 billones anuales, no reembolsables, durante 30 años consecutivos.

Los países industrializados se niegan a reconocer cualquier responsabilidad al respecto. Despectivamente, en la COP15 celebrada en Copenhagen en el 2009, ofrecieron arrojarle a los países en desarrollo una limosna: 0,1 billón anual (100.000 millones anuales) a partir del 2020. No han cumplido con su palabra.

Financiamiento

Janet Yellen presidió la Reserva Federal, el banco central de Estados Unidos, durante la administración Trump. Ahora es Secretaria del Tesoro, equivalente a un ministro de economía, en la administración Biden. Declaró en su alocución ante la COP26 del 2021 que el costo de la reconstrucción energética mundial, necesaria para alcanzar el objetivo de 1,5°C, es 150 billones de dólares en los próximos 30 años, un promedio de 5 billones por año. Partiendo de sus responsabilidades históricas, a los países industrializados les correspondería aportar el 70%, en proporción con su contribución al problema, 3,5 billones por año durante al menos 30 años consecutivos.

McKinsey estima la inversión en 9 billones anuales durante 30 años consecutivos (McKinsey: Solving the Net Zero Equation 2022) mientras que Bloomberg Energy Finance la estima en 173 billones en los próximos 30 años, en suministro de energía e infraestructura.

El informe del Proyecto de Naciones Unidas para el Medio Ambiente sobre la Brecha de Emisiones 2022, destaca que para alcanzar una economía baja en emisiones de carbono se requieren inversiones de 4 a 6 billones de dólares anuales durante 30 años consecutivos, la transformación del sistema financiero global y la introducción de precios a las emisiones de carbono, ya sea por vía de impuestos, o por el comercio de derechos de emisiones (mercado de bonos).

En su discurso de apertura de la COP27 el 07 11 2022, Al Gore señaló: “necesitamos 4,5 billones anuales para la transición hacia energías limpias”.

Partiendo de las modestas cifras presentadas por la Secretaria del Tesoro de Estados Unidos, cerca del 60% de la inversión total corresponde a países en desarrollo, unos 3 billones por año durante 30 años consecutivos. Los países industrializados deben contribuir con el 70% de esta carga financiera, en proporción con su contribución en la gestación de la crisis climática actual. Les corresponde así aportarle a los países en desarrollo al menos 2 billones por año durante el período 2021-2050, 20 veces más por año de lo que han ofrecido hasta la fecha: 0,1 billón/año ( https://bit.ly/3PNsTxo ).

La deuda pública externa de los países en desarrollo de África, Asia y América Latina ascendía en su conjunto a 2,8 billones de dólares para el 2020, según el Banco Mundial. La condonación de esta deuda podría convertirse en el pago de la primera cuota de la deuda climática que han acumulado los países industrializados con los países en desarrollo en el contexto del Acuerdo de París.

Descarbonizar la economía mundial en un período no mayor a 30 años es el reto fundamental del Acuerdo de París. Su costo financiero no debe convertirse en instrumento para condenar a los países en desarrollo a permanecer indefinidamente en estado de pobreza, dependencia y endeudamiento. Tampoco puede convertirse en instrumento para encadenarlos con deudas colosales por generaciones.

La única solución viable para superar la creciente amenaza a la sobrevivencia de la humanidad es que los países industrializados reconozcan su responsabilidad histórica en la gestación de esta monstruosidad planetaria y aporten los recursos financieros y tecnológicos necesarios para superar la crisis, en proporción con su contribución a la gestación del calentamiento global acumulado hasta la fecha. Esta responsabilidad histórica se encuentra explícitamente establecida en los tres acuerdos internacionales ya señalados: el Convenio Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático de 1992, el Protocolo de Kioto de 1997 y el Acuerdo de París del 2015.

Los mercenarios

Los países industrializados utilizan sus representaciones diplomáticas en los países en desarrollo para establecer redes de organizaciones no gubernamentales (ONGs) que sirvan a sus intereses. A través del financiamiento las convierten en organismos serviles para promocionar sus políticas y desviar la atención sobre la injusticia de sus posiciones en las negociaciones del Acuerdo de París.

Giran así instrucciones para enfocar la atención de la población desprevenida de los países en desarrollo en culpar a sus respectivos gobiernos de la crisis climática, resaltando el incumplimiento de sus compromisos. Se abstienen deshonesta y deliberadamente de mencionar que el cumplimiento de la mayor parte de los compromisos asumidos por los países en desarrollo depende del financiamiento y de la transferencia de tecnología de los países industrializados.

En el caso de América Latina, uno de los aspectos más resaltantes en la campaña de desinformación es la desestabilización de los bosques de la Amazonia y la Orinoquia. Es evidente el escandaloso coro de ONGs culpando a los gobiernos de los países amazónicos por la destrucción de sus bosques. Insisten en que la deforestación está acabando con los bosques de la Amazonia y la Orinoquia. Inventan cifras sin sustento alguno para apuntalar sus denuncias (http://bit.ly/3fVk4Vm). Distribuyen videos y realizan conferencias para demostrar sus distorsionados alegatos, que luego son ampliamente divulgados por medios de comunicación sin confirmar su validez.

Su argumento central es que los bosques de la Amazonia están siendo destruidos, saqueados y quemados por gobiernos incompetentes y corruptos, en presunta complicidad con el narco tráfico y grupos terroristas. Afirman que a los gobiernos de estos países no les interesa la protección de la biodiversidad, ni la protección del Amazonas, ni los derechos de las comunidades indígenas. Alegan que son además gobiernos depredadores de izquierda que amenazan la seguridad de toda la humanidad, pues la estabilidad del Amazonas, ingenuamente catalogado como “pulmón del planeta”, es clave para la estabilidad planetaria.

Todos estos argumentos persiguen un objetivo estratégico pre establecido: la comunidad internacional debe intervenir para proteger el “pulmón del planeta”. La destrucción debe detenerse. Si los gobiernos corruptos e incompetentes de la región, aliados al narco tráfico y al terrorismo, no están en capacitad de proteger el Amazonas, la “comunidad internacional” debe intervenir e inter-nacionalizar el Amazonas, por el bien de toda la humanidad.

Distribuyen mapas donde pintan en rojo un tercio de los bosques del Amazonas para demostrar la gigantesca magnitud de la destrucción en progreso. Pocos parecen notar que los bosques de la Amazonia y la Orinoquia se extienden por 620 millones de hectáreas, y que la presunta quema de 100 o 200 millones de hectáreas provocaría una debacle planetaria de magnitudes catastróficas inmediatas.

La realidad, sin embargo, es bastante diferente a la que deliberadamente siembran las ONGs al servicio de intereses extranjeros.

En el 2021 se registró un pico en la tasa de deforestación de los bosques de la Amazonia: 2 millones de hectáreas en la porción Amazónica de los países de la región. La destrucción acumulada desde el 2000 al 2021 es de 56 millones de hectáreas, 8% de los bosques en el año 2000.

Con la llegada del presidente Lula en Brasil se espera que la tasa de deforestación se reduzca considerablemente en ese país, donde se registra cerca del 70% de la destrucción de todo el bosque Amazónico suramericano.

Sin embargo, aun asumiendo que la tasa actual de deforestación se mantenga durante los próximos 10 años, 2022-2032, se destruirían por deforestación aproximadamente 20 millones de hectáreas, el tres por ciento (3%) de los bosques de la región.  

El 3% en los próximos 10 años. ¿Por qué entonces la insistencia en hacer creer que la sobrevivencia de todo el Amazonas se encuentra amenazada por la deforestación a corto plazo?

Porque durante ese mismo período, el otro 97% se encuentra seriamente amenazado, no por la deforestación, sino por el calentamiento global, provocado en un 70% por países industrializados.

Lo que se pretende deliberadamente ocultar es que la principal amenaza a los bosques de la Amazonia y la Orinoquia no es la deforestación, sino el calentamiento global. La contribución de los países Amazónicos al calentamiento global es insignificante comparada con la de los países industrializados, los mismos que promueven y financian la agenda de las redes de ONGs a su servicio en los países de la región.

Los bosques de la Amazonia y la Orinoquia mitigan aproximadamente 2,6 giga-toneladas de CO2 por año, un servicio arbitrariamente gratuito para toda la humanidad. Las emisiones por deforestación se estiman en 1,2 giga-toneladas por año en la actualidad, para un balance de 1,4 giga-toneladas como sumidero neto.

Mientras la mitigación de emisiones de los bosques de la Unión Europea y de Estados Unidos se reconoce como créditos de carbono, con sus correspondientes implicaciones financieras, la mitigación neta por los bosques de la Amazonia y la Orinoquia es deliberadamente ignorada. Si se reconociera, su valor neto superaría los 100.000 millones de dólares anuales en la actualidad, utilizando como referencia el precio actual de los créditos de carbono en el mercado de la Unión Europea.

Si se reconociera el servicio que le prestan los bosques de la Amazonia y la Orinoquia a la estabilidad climática del planeta, se dispondría de suficientes recursos no sólo para efectivamente proteger estos ecosistemas, sino para generar medios alternativos de subsistencia y cohabitación a los 40 millones de personas que sobreviven en su mayor parte en condiciones extremas de pobreza y marginalidad, tanto en el perímetro como en el interior de los bosques de la Amazonia.

Para evadir este reconocimiento, con la complicidad de ONGs locales se promueve la percepción de que los bosques de la Amazonia y la Orinoquia no contribuyen a la mitigación de emisiones de CO2. Contradicen así su cacareada e ingenua percepción del Amazonas como “pulmón del planeta”. Sin mitigación neta de CO2 tampoco puede haber emisiones netas de oxígeno.

De esta manera se traicionan los intereses a largo plazo de los países de la región en beneficio de los intereses financieros y estratégicos inmediatos de países industrializados. Impiden además mecanismos efectivos para la conservación de las selvas de la Orinoquia y la Amazonia.

Traicionan a sus propios países por un puñado de dólares.

Informe completo en este enlace

Jc-centeno@outlook.com

Nov 10, 2022

 

sábado, 22 de octubre de 2022

Escépticos y Negacionistas Climáticos

Contribuciones 

Escépticos y Negacionistas Climáticos


Por Julio César Centeno 
Mérida- Venezuela


La discusión sobre el origen, la magnitud y las consecuencias del calentamiento global no ha estado exenta de controversia. Tales divergencias han enriquecido la discusión, permitiendo superar múltiples discordias sobre aspectos fundamentales de los fenómenos bajo consideración y sus repercusiones.

Aunque los disidentes y negacionistas son cada vez más reducidos y sus argumentos menos sostenibles, no dejan ni dejarán de existir, así como no faltan quienes sostengan que la tierra es plana, que el sol y las constelaciones giran a su alrededor o que la evolución de las especies es un mito. Los argumentos negacionistas del calentamiento global se han venido desmoronando ante la creciente precisión de evidencias científicas cada vez más contundentes.

No es la primera vez que la humanidad se enfrenta a contradicciones entre ciencia y mitos en asuntos claves para la especie humana, aunque los mitos se camuflen como hechos científicos. Se han aceptado avances científicos aunque contradigan creencias arraigadas, o aunque hayan socavado la ilusión de grandeza y excepcionalísimo de la especie humana.

Argumentar que alguien se equivoca por sostener argumentos que la gran mayoría considera errados, niega la historia y socava principios básicos de la investigación científica. La gente no se equivoca por sostener posiciones contrarias a las que ostente la mayoría. Es un argumento no sólo falaz, sino fascista.

Con inusitada frecuencia se destacan en la historia de la humanidad avances científicos, tecnológicos, artísticos y filosóficos provocados por obstinados escépticos dispuestos a luchar contra el mundo en defensa de sus argumentos, aunque nadie más los comparta, muchas veces exponiendo sus propias vidas.

Uno de los primeros enfrentamientos entre ciencia y mitos fue descubrir que nuestro pequeño planeta no se encuentra en el centro del universo, como se había creído por siglos hasta convertirse en estricto dogma religioso. Primero por las investigaciones de Aristarco de Samos, 270 años antes de Cristo, seguido siglos después por Copérnico, Galileo y Kepler.

A Copérnico se le acredita haber puesto fin a una concepción antropocéntrica del universo. Demolió las esferas de Tolomeo y condenó a la Tierra a ser sólo uno más entre los planetas que giran alrededor del Sol.

 El 24 de Mayo de 1543 agonizaba en Polonia a los 70 años. Un familiar se apresuró a llevarle el primer ejemplar de un libro escrito por el anciano tras años de minucioso trabajo en la clandestinidad. Había retrasado su publicación por temor a la reacción de los gobernantes y de la iglesia católica. Murió sin poder abrir el libro entre sus manos.

La aprehensión de aquel anciano no podía haber estado más justificada. El libro fue inmediatamente declarado como herejía e incluido en la lista de libros proscritos por la iglesia católica.

Los planteamientos de Nicolaus Koppernigk permanecieron en el olvido durante casi un siglo, hasta que Galileo se atrevió a rescatarlos. Galileo fue a su vez severamente castigado por insistir en tan peligrosa herejía, devastadora para la doctrina de la iglesia católica.

Ya anciano, fue citado a comparecer ante el tenebroso tribunal de la inquisición en Roma, por órdenes del Papa Urbano VIII. El juicio fue largo y agotador. En 1633 la Iglesia preparó una declaración que debía ser leída por Galileo ante el tribunal, en voz alta y como si fuese propia: "Juro que siempre he creído, creo y creeré todo aquello que predica la Santa Iglesia Católica y Apostólica, y que habiendo infringido la orden que se me diera anteriormente al haber escrito mi libro, maldigo de mi error y prometo que en el porvenir no diré más ni aseguraré tales cosas, y si conozco algún hereje que así lo hiciera lo denunciaré a este Santo Oficio o al Inquisidor del lugar donde me encuentre"

Finalmente Galileo, de 69 años de edad, tuvo que arrodillarse y jurar, en voz alta, que la tierra era en realidad el centro del Universo, que el Sol y todos los demás cuerpos celestiales giraban a su alrededor y que la Tierra estaba quieta.

Pero luego, como un rayo de luz en las tinieblas de aquel tenebroso acto, murmuró algo de lo que sólo los que estaban más cerca pudieron ser testigos: “y sin embargo se mueve”.

La furia de la Iglesia se debía a que Copérnico había logrado algo realmente insólito: desmentir a Tolomeo y lanzar a la Tierra muy lejos de donde todos creían que se encontraba. En su libro demostraba que tanto la Tierra como los demás planetas giraban alrededor del Sol, que la Tierra además giraba sobre su propio eje y que los aparentes movimientos del Sol y las estrellas a su alrededor, vistos desde la Tierra, eran ilusorios. El desplazamiento del Sol y las estrellas por el firmamento se debía sólo al movimiento de la Tierra.

Su libro llevaba por título De Revolutionibus Orbium Caelestium: Las Revoluciones de las Esferas CelestesMurió sin saber que había sido traicionado con la introducción de un prefacio, escrito por el monje luterano Andreas Oslander, donde sus postulados se presentaban como un truco matemático para simular los movimientos de los planetas.

Claudio Tolomeo, astrónomo y matemático griego, había escrito un libro 1.400 años antes, por el año 150 después de Cristo, en el que aseguraba que todos los cuerpos celestes, el Sol, la Luna, las estrellas y los planetas, giraban en círculos perfectos alrededor de la Tierra, de Este a Oeste.

Los postulados de Tolomeo fueron adoptados, como verdades inobjetables e indiscutibles, por la iglesia católica. Se ajustaban a la doctrina de la creación del hombre, criatura favorita y obra maestra de Dios, esculpido a su imagen y semejanza y colocado en el centro del universo. Dios habría así concebido que todo girara a su alrededor.

Los postulados de Copérnico se inspiraron en su descubrimiento de que, 270 años antes de Cristo, el filósofo griego Aristarco de Samos había propuesto que la Tierra era sólo un planeta más y que todos giraban alrededor del Sol.

Copérnico desarrolló modelos matemáticos para representar el movimiento de los planetas. En 1514 distribuyó por primera vez su manuscrito entre sus más cercanos colaboradores, donde hacía referencia a los postulados de Aristarco de SamosEn la versión final la referencia a Aristarco fue suprimida.

Martin Lutero se convirtió en uno de sus más acérrimos críticos, acusándolo de ser un necio hereje que negaba la Biblia. Lutero utilizaba citas bíblicas para refutar postulados matemáticos.

Fue necesario el sacrificio de Galileo un siglo después para rescatar los postulados de Copérnico del olvido, así como el maravilloso trabajo de Kepler para hacerlos irrefutables.

Los postulados de la iglesia fueron pulverizados aún más al descubrirse que el sol es sólo una estrella promedio, entre billones, y que nuestro sistema solar es arrastrado, como una partícula de polvo, por la cola de una galaxia promedio entre billones de galaxias. 

Luego vino la asombrosa revelación de otro escéptico rebelde, Charles Darwin, resuelto a defender sus convicciones aunque fuesen contrarias al sentido de todos los demás. Desnudó a los humanos como descendientes de otros animales, de los simios de ayer, de lagartos y bacterias de antaño.

Un poco más tarde nos enfrentamos a otro amargo avance científico, esta vez de investigación sicológica. El humano no es ni siquiera amo de su propia mente, sino que, como señalara Freud: “Debe contentarse con migajas de información sobre lo que acontece en su propio inconsciente” (Freud: A General Introduction to Psychoalalysis, 1920). 

Es así como, sólo tres almas escépticas, nos extirparon del ombligo del universo y nos lanzaron a una zona marginal, en la cola de una galaxia marginal, insignificante entre billones de galaxias. Pasamos de obra maestra de Dios, de belleza y perfección inigualables, a descendientes de lagartos. Con la pincelada final de Freud: ignorantes, tal y como los lagartos, de lo que acontece en nuestro propio inconsciente.

Escéptico y negacionista no son sinónimos. El escepticismo promueve la investigación científica y crítica, el racionamiento para examinar alegatos controversiales o extraordinarios. Se fundamenta en el método científico. El negacionismo, por el contrario, es el rechazo a priori de ideas o planteamientos sin consideraciones objetivas y sin fundamento científico. Los medios de comunicación contribuyen con la confusión, otorgando prominente cobertura a los argumentos negacionistas y estableciendo la matriz de opinión de que la ciencia del calentamiento global es incierta.

El calentamiento global es consecuencia de la actividad humana, principalmente por el consumo de combustibles fósiles. Sus consecuencias son devastadoras. Amenazan la sobrevivencia humana y la estabilidad de los sistemas naturales que conocemos.

La confusión en la opinión pública contrasta con el consenso de la comunidad científica internacional. El contraste entre la percepción de la opinión pública y el abrumador consenso científico se debe principalmente a la incorporación del tema en la diatriba política y religiosa, a poderosos intereses económicos y a una consistente campaña mediática para sembrar dudas.

Los negacionistas más prominentes reciben fuerte apoyo financiero de empresas nacionales y transnacionales, con poderosos intereses en el comercio de combustibles fósiles, la principal fuente de energía que sustenta el desarrollo económico mundial y la principal fuente de emisiones de CO2 a la atmósfera.

Políticos y medios de comunicación han contribuido a mantener el mito de que la ciencia del calentamiento global es incierta, carente de consenso científico. Los más ingenuos y extremistas se niegan a reconocer no sólo las evidencias, sino las consecuencias que azotan con creciente furia a poblaciones y ecosistemas alrededor del mundo.

El poderoso partido republicano de Estados Unidos ha servido durante años como incubadora de esta estirpe del absurdo. George Bush, Dick Chaney, Mitt Romney, Marco Rubio, Ted Cruz y Donald Trump son sólo algunos de sus voceros más recalcitrantes, con posiciones contrarias a las evidencias sostenidas por sus propias instituciones científicas especializadas en la materia. Desde organizaciones gubernamentales como NASA (Administración Nacional Aeronáutica y Espacial), la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA), o la Agencia de Protección Ambiental (EPA), hasta organizaciones científicas y centros de investigación, como la Academia Nacional de Ciencias (National Academy of Sciences), la Academia Americana de Artes y Ciencias (AAAS), American Meteorological SocietyAmerican Geophysical UnionAmerican Physical SocietyAmerican Association for the Advancement of Science, la Universidad de Columbia, la Universidad de Stanford, el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), entre tantos otros.

El senador republicano James Inhofe sirvió como jefe de la Comisión Ambiental del senado 2003-2007, posición que recuperó en enero 2015. Enemigo de regulaciones de carácter ambiental sobre la actividad empresarial, se refirió a la Agencia de Protección Ambiental (EPA) como “una burocracia Gestapo”. Sostenía que el calentamiento global era “el fraude más grande que se ha perpetrado contra el pueblo norteamericano”.

Más tarde, en enero del 2005 declaró a Bloomberg News que el calentamiento global era “el segundo fraude más grande perpetrado contra el pueblo norteamericano, después de la separación de la iglesia y el estado”.

Con el apoyo del lobby petrolero, publicó su teoría en un libro en el 2012: “The Greatest Hoax: How the Global Warming Conspiracy Threatens Your Future” (El gran fraude: Cómo la conspiración del calentamiento global amenaza tu futuro). Su argumento principal: “Dios está allá arriba todavía. Es escandalosa la arrogancia de quienes piensan que nosotros los humanos podemos modificar lo que Él hace con el clima”.

Como es común entre negacionistas, ante la dificultad de conseguir el apoyo de instituciones científicas o centros especializados de investigación para defender sus posiciones, Inhofe recurre al testimonio de individuos, algunos tarifados, para dotarlas de alguna credibilidad científica. Hace así referencia a turbios científicos y negacionistas, como Wei-Hock Soon, Patrick Michaels, David Legates, Fred Singer, Richard Lindzen y Sallie Baliunas, entremezclados con científicos de conocida reputación. Dos de estos, Tom Wigley y Stephen Schneider, se vieron en la necesidad de publicar desmentidos, señalando que Inhofe había intencionalmente distorsionado sus planteamientos.

El Panel Intergubernamental de Expertos en Cambio Climático (IPCC) señala contundentemente: “El calentamiento global es inequívoco… Es extremadamente evidente que la causa dominante es la actividad humana” (IPCC AR5 WG1, 2013).

Inhofe inmediatamente publicó un pronunciamiento de 20 páginas, con el sello del Senado norteamericano, comparando al IPCC a “un tribunal al estilo Soviético”.

Sin embargo, tanto la magnitud como el carácter antropogénico del calentamiento global han sido reconocidos por todas las academias de ciencia de los países industrializados, incluyendo a la Academia Nacional de Ciencias y la Academia Americana de Artes y Ciencias de Estados Unidos (Joint Science Academy Statement 2005, 2014). Posiciones similares han sido asumidas por las academias de ciencia de China, Rusia, India, Indonesia y Brasil, entre tantas otras. No hay una sola organización científica de renombre internacional que disienta de las conclusiones del IPCC sobre esta materia, o que apoye las especulaciones del senador Inhofe y otros negacionistas, incautos algunos, tarifados o mercenarios otros, sobre el presunto fraude del calentamiento global.

Inhofe nunca pudo presentar evidencia alguna sobre su presunta conspiración, como le fuera reiteradamente solicitado por prominentes científicos y especialistas en la materia, como James Hansen, director del Instituto de Estudios Espaciales de la NASA; Harold Kroto, premio Nobel en química; David Morrison, director del Centro Carl Sagan; Bill Nye, director de Planetary Society; Cornelis de Jager, astrofísico, presidente del Consejo Internacional de la Ciencia; Stuart Jordan, astrofísico de la NASA y los físicos Mark Boslough y Kimball Atwood, entre muchos otros.

Inhofe tampoco pudo aclarar si sus posiciones tenían algo que ver con el financiamiento recibido del lobby petrolero norteamericano. Cuando la Organización Meteorológica Mundial anunció a inicios del 2015 que el 2014 había sido el año más caliente desde que se tienen registros, en alarde de su maestría científica sobre la materia, Inhofe tomó el podio del Senado el 26 de Febrero 2015 para demostrar que tal anuncio era sólo “parte de la histeria sobre el calentamiento global”. La prueba: una bola de nieve recogida en las escaleras del Capitolio.

Sólo la compañía Exxon Mobil transfirió al menos 2,3 millones de dólares a los congresistas norteamericanos más prominentes en la negación del calentamiento global entre el 2007 y el 2015, pese a promesas públicas de suspender este tipo de financiamiento. También aportó US$ 3 millones a grupos establecidos para negar el calentamiento global, o su origen antropogénico, a través de organizaciones como el American Enterprise Institute (Countercurrents 20 10 2012). Exxon, junto a los hermanos Koch y otros donantes, canalizaron 30 millones de dólares adicionales hacia investigadores, académicos y activistas para promover la desinformación sobre el calentamiento global (Dirty Energy Money, 114th Congress, The Guardian July 15 2015).

Exxon publicó en el 2007 el siguiente anuncio: “A partir del 2008 pondremos fin a nuestras contribuciones a varios grupos relacionados con políticas públicas, cuyas posiciones sobre el calentamiento global podrían desviar la atención de cómo el mundo asegurará el suministro de energía para el desarrollo económico de una manera ambientalmente responsable” (Exxon Corporate Citizenship Report 2007). Entre los beneficiarios del financiamiento de Exxon se encuentra el senador Jim Inhofe (DirtyEnergyMoney.com)

El New York Times se refirió al senador Inhofe como “un prominente escéptico del cambio climático” (Nov 10, 2014), cuando prometió acabar con la Agencia de Protección Ambiental (EPA) y aprobar la construcción del polémico oleoducto Keystone XL. Días después NPR (National Public Radio) lo calificó como “uno de los líderes negacionistas del Congreso”.

La influencia del lobby petrolero no se limita al financiamiento de senadores, sino que incluye principalmente a candidatos presidenciales. Bernie Sanders, quien le disputaba a Hillary Clinton la nominación del partido demócrata a la presidencia de EUA, declaró: “La industria de los combustibles fósiles ha aportado más de US$4,5 millones a la campaña de Clinton” (Press release April 1 2016). De acuerdo con el Washington Post, eso es sólo 2% de las contribuciones recibidas por Clinton en su campaña presidencial (The Washington Post April 2 2016). “Ella recibe mucho dinero de Wall Street, la industria farmacéutica y las empresas de hidrocarburos” – Bernie Sanders  (entrevista en ABC Abril 1 2016).

Sólo 20 empresas habían aportado más de 110 millones de dólares a la campaña de Clinton para el 21 03 2016  (Open Secrets). Para finales de Marzo 2016, Hillary Clinton había recibido más de US$ 223 millones en donaciones para su campaña como aspirante a la nominación por el partido demócrata a la presidencia de Estados Unidos. 

Los mercenarios

Hartmut Grassl, climatólogo y director del Instituto Max Planck de Meteorología, Alemania, advierte que el escepticismo climático es también alimentado por intereses políticos. "Hay gente que conscientemente vende su opinión para minimizar la evidencia científica, a solicitud de compañías petroleras, por ejemploAsí se financian pequeños grupos cuyo trabajo es ir a las conferencias sobre los temas de medioambiente, recoger los informes y vender opiniones contrarias, que sirvan como palos en la rueda”.

Políticos interesados en bloquear decisiones legislativas sobre el calentamiento global frecuentemente se apoyan en el trabajo de científicos que se prestan para defender sus planteamientos. Uno de los científicos más alabados por el senador James Inhofe es Wei-Hock Soon (alias Willie Soon), del Centro Harvard-Smithonian para la Astrofísica (Harvard-Smithsonian Center for Astrophysics), quien sostiene que el calentamiento global se debe a variaciones en la radiación solar.

Ha testificado en el Congreso norteamericano a solicitud de Inhofe; frecuenta conferencias para negar el origen antropogénico del calentamiento global y participa en programas de entrevistas sobre el tema.

El New York Times hace referencia a documentos obtenidos a través del Freedom of Information Act en los que se demuestra que Willie Soon recibía financiamiento de corporaciones petroleras para emitir sus opiniones y sesgar los resultados de sus propias investigaciones (NYT Feb 21 2015). Recibió más de 1.2 millones dólares de corporaciones energéticas en los últimos 10 años para publicar sus artículos, en violación además de los lineamientos éticos de las revistas donde se publicaron.

En algunas de las comunicaciones develadas por el New York Times, el Dr. Soon le describe a sus patrocinantes corporativos como los resultados de sus trabajos fueron deliberadamente distorsionados para atender sus solicitudes a cambio de dinero. Denuncias similares fueron publicadas por el Boston Globe y The Guardian (http://www.climateinvestigations.org/willie-soon-harvard-smithsonian-documents-reveal-southern-company-scandal).

Este lamentable caso deja al menos un mensaje positivo: cuando poderosas corporaciones se ven en la necesidad de recurrir a mercenarios, quienes venden nombre y reputación por un puñado de dólares, es porque carecen de evidencias para defender legítimamente sus argumentos.

Historiadores y sociólogos señalan que desde la guerra del tabaco en los años 60, las corporaciones tratan de bloquear decisiones legislativas que puedan afectar sus intereses, sembrando dudas o imprecisiones científicas, usualmente con la asistencia de investigadores presuntamente independientes, a cambio de dinero. La magnitud de tales prácticas se describe en el libro Mercaderes de la Duda (Merchants of Doubt) de Naomi Oreskes, de la Universidad de Harvard.

Situaciones similares a las de Soon se encuentran en la industria farmacéutica, en la de los transgénicos, en las de bebidas y alimentos convencionales, entre otras.

El argumento central promovido por Willie Soon es que el calentamiento global se debe a variaciones en la radiación solar, argumento favorito entre negacionistas. Gavin Schmidt, actual director del Instituto para Estudios Espaciales de la NASA, destaca que el sol podría haber contribuido, en el caso más extremo, un máximo de 10% al calentamiento global registrado hasta el presente. El resto se debe  a emisiones de gases de efecto invernadero provenientes de la actividad humana. Para Schmidt “Los argumentos de Wei-Hock Soon carecen de sentido”.

Schmidt es generoso en su estimación, pues según el IPCC la contribución promedio de la variación en radiación solar al aumento del forzamiento radiativo neto acumulado hasta la fecha es de apenas 2% (IPCC AR6 2021). 

Los ciclos solares, con una duración promedio de 11 años, evidentemente afectan la temperatura y el clima de la Tierra. Sin embargo, los datos demuestran contundentemente que la radiación solar ha disminuido ligeramente en los últimos 60 años, justo cuando la temperatura superficial promedio ha aumentado a niveles que no se han registrado en miles de años.

El sol es la fuente primordial de la energía que impulsa el sistema climático de la Tierra, pero sus variaciones han tenido un papel muy limitado en los cambios climáticos observados en décadas recientes.

Mediciones satelitales desde 1970 demuestran que no se ha registrado un aumento en la radiación solar, mientras que la temperatura media global ha aumentado en el mismo período.

Evidencias adicionales de que el calentamiento global no es el resultado de cambios solares pueden encontrarse en las tendencias de temperaturas a diferentes altitudes en la atmósfera 

-Academia Nacional de Ciencias, EUA 2014 (Climate Change – Evidence and Causes)

“La cantidad de energía proveniente del sol que llega a la atmósfera terrestre – la irradiación solar total – fluctúa cerca de 0.1% en cada ciclo solar de 11 años. Esta pequeña variación no puede explicar ni la intensidad ni la velocidad del calentamiento global registrado en el último siglo. Tampoco hay evidencias que sugieran que la intensidad solar haya aumentado suficientemente en el último siglo para afectar el clima” – NASA: Understanding Earth´s Energy Balance 2010

El Harvard-Smithsonian Center for Astrophysics, donde trabajaba Willie Soon, se deslindó de sus opiniones y emitió un pronunciamiento en el que se solidariza con el consenso científico sobre la magnitud y el origen antropogénico del calentamiento global.

En el 2008 se publicó en Canadá un libro, ampliamente publicitado, titulado “Los Negacionistas” (The Deniers) en donde se pretendía develar las evidencias de cómo el Panel Intergubernamental de Expertos en Cambio Climático de la Organización de Naciones Unidas (IPCC) engaña a la humanidad entera con el cuento del calentamiento global.

Entre sus principales evidencias destaca: “Tras décadas de estudio, se han realizado múltiples investigaciones arbitradas para medir el máximo tiempo de residencia del CO2 en la atmósfera antes de ser reciclado por los océanos. Casi todos determinan que el tiempo máximo es menor a 15 años, con la mayoría de los estudios indicando menos de 10 años”

El IPCC sostiene, desde su primer informe en 1990 hasta el más reciente del 2021, que el potencial de calentamiento del CO2 inyectado a la atmósfera se mantiene activo por siglos, tal y como se sintetiza en el siguiente gráfico.

Lawrence Solomon, el autor del libro The Deniers, afirma:

“El IPCC escogió asumir que el CO2 se mantiene en la atmósfera por hasta 100 años. Si hubiera asumido un tiempo de residencia más corto, sus modelos no hubiesen podido predecir el calentamiento que hipotéticamente sería causado por la actividad humana… La figura en el fondo del gráfico (se refiere al gráfico en la portada de su libro) es la familiar curva de temperatura versus CO2 que muestra el continuo aumento del CO2 mientras la temperatura disminuye. Es el opuesto exacto de lo que predicen los modelos climáticos del IPCC. Una razón principal de la falla de los modelos climáticos es la falsa premisa sobre la longevidad del CO2 atmosférico en la que se fundamentan”.

El IPCC NO dice que el tiempo de residencia máximo del CO2 en la atmósfera es de 100 años, tal y como se muestra en el gráfico anterior. El IPCC acordó utilizar un horizonte de tiempo de 100 años como base de referencia para todos los gases de efecto invernadero, independientemente de su tiempo de residencia en la atmósfera. Por ejemplo, el tiempo promedio de residencia del metano es de aproximadamente 12 años. Sin embargo se utiliza el mismo horizonte de tiempo acordado,100 años, para entre otros objetivos disponer del mismo patrón de referencia para comparar su potencial de calentamiento global (GWP por sus siglas en inglés) con el de los demás gases. Si se utiliza un horizonte de tiempo equivalente al tiempo de residencia del metano en la atmósfera (12 años), su GWP sería aproximadamente 120 veces superior al del CO2, pero con un horizonte de tiempo de 100 años este GWP se reduce a 30.

El IPCC resalta explícitamente: “Al CO2 no se le puede asignar un tiempo de residencia único, debido a las diferentes tasas de absorción de los diferentes procesos de remoción”.

Las presuntas “referencias científicas” incluidas en el gráfico del Sr Solomon, datan desde 1957 hasta 1992. El libro fue publicado en el 2008. Por razones que no menciona, no pudo conseguir quien apoyara sus alegatos en los 16 años entre 1992 y el 2008. Para el 2008 ya se habían publicado 4 informes de evaluación por parte del IPCC y cientos de informes científicos por centros especializados de investigación sobre la materia. El Sr. Solomon parece que no tuvo tiempo para cotejar las opiniones de los “especialistas” que incluyó en su análisis, con las de docenas de instituciones científicas que integran y apoyan las evaluaciones del IPCC. Tampoco pudo explica por qué ninguna institución científica apoya sus planteamientos.

Entre los “especialistas” incluidos en el gráfico de Solomon no figura ninguna institución. El hecho de que casi todos los centros de investigación sobre el calentamiento global del mundo, así como todas las academias de ciencia y más del 95% de los científicos especializados en la materia, apoyen los planteamientos del IPCC, parecen ser detalles irrelevantes para el autor de este libro.

El libro Los Negacionistas (The Deniers, 2008) es en realidad una colección de artículos publicados por Lawrence Solomon en su columna para el periódico canadiense Globe and Mail, interpretando lo que a su juicio señalan las investigaciones en referencia y destacando que son opiniones de “científicos de reconocimiento mundial que se plantaron contra la histeria del calentamiento global, la persecución política y el fraude … y aquellos demasiado temerosos para hacerlo”.

Veamos algunas de aseveraciones con las que pretende desenmascarar a “los ingenuos y farsantes del IPCC y a sus cómplices en instituciones científicas alrededor del mundo:

“La alineación de los planetas, especialmente Júpiter y Saturno, controlan el clima en la tierra”

“El aumento en la radiación del sol durante el siglo 20, no las emisiones de CO2, es responsable del calentamiento global que estamos viendo, según el celebrado científico Abdussamatov. También explica el gran volumen de emisiones de CO2

“El CO2 al rescate. Entre más CO2 en la atmósfera, mejor para la sobrevivencia del Amazonas”

“El CO2 es la piedra fundacional de la vida en la tierra. Es malo y peligroso atacar la base misma de la vida”

“Gracias a las emisiones de CO2, la tierra es más verde que nunca. El CO2 es un fertilizante natural. A las plantas les encanta, y puede reverdecerlo todo”

“Hay gente que quiere evitar el CO2 que estamos colocando en la atmósfera y que ayuda a la vida de las plantas”

“Si, es verdad, el planeta se recalienta. Pero a las plantas les encanta”

“Tornados más violentos son signos de enfriamiento global, no de calentamiento global”

“Muchos renombrados científicos predicen que el mundo está a punto de caer en un período de enfriamiento, con consecuencias que pudieran ser severas”

“El carbón era un combustible sucio, pero se ha hecho más y más limpio a través de décadas. Hoy es bastante limpio. Tiene el mismo perfil de emisiones que el gas natural y puede ser aún más limpio. Es en realidad la respuesta inmediata a las necesidades energéticas del Canadá y del mundo entero. Tenemos disponibilidad para cientos de años”.

Uno de los artículos de Solomon se titula “En alabanza al CO2” (In Praise of CO2, 2008) donde asegura que “el CO2 es un fertilizante natural que baña la biota con nutrientes que alimentan la vida”.

La revista New Scientist denunció en el 2008 la manipulación de Solomon de información publicada en esa revista al afirmar que la reducción en las emisiones de gases de efecto invernadero puede provocar que la producción de alimentos caiga en todo el mundo. New Scientist enfatizó: “la variación en biomasa a través de décadas se debe a días más soleados y no tiene nada que ver con nutrientes en el CO2 o cosa parecida

Lawrence Solomon nunca ha publicado un solo artículo en revistas arbitradas sobre cualquier tema” – Google Scholar

Entre los absurdos que se destacan en este libro se encuentran su sorprendente afirmación sobre el tiempo de residencia del CO2 en la atmósfera y su señalamiento sobre una presunta reducción en temperatura con aumentos en la concentración de CO2:

La figura en el fondo del gráfico es la familiar curva de temperatura versus CO2 que muestra el continuo aumento del CO2 mientras la temperatura disminuye”.

Es necesario ser extremadamente ignorante o ingenuo para afirmar tal barbaridad. Esto no es, como dice Solomon, “el opuesto exacto de lo que predicen los modelos climáticos del IPCC”, sino el opuesto exacto de incontrovertible evidencia científica que desenmascara al verdadero farsante: el que ve Lawrence Solomon en el espejo.

Varios de los presuntos negacionistas incluidos en la publicación de Solomon objetaron la forma en que se manipularon sus opiniones o sus investigaciones. Sami Solanski denunció que Solomon distorsionó sus planteamientos; reiteró su convicción de que las emisiones antropogénicas son responsables del calentamiento global y que sus efectos continuarán a medida que aumenta la concentración. A su juicio las opiniones de otros científicos habían sido también manipuladas. Nir Shaviv también objeto la versión de Solomon sobre sus opiniones e investigaciones. Nigel Weiss refutó la sugerencia que se le atribuyó en cuanto a que una disminución en la actividad solar pudiera compensar la contribución antropogénica al calentamiento global. En todos estos casos el periódico Globe and Mail tuvo que retractarse y publicar disculpas.

La contundente realidad

A solicitud del gobierno norteamericano, 300 científicos especializados en diferentes aspectos del calentamiento global, incluyendo a la Academia Nacional de las Ciencias, NASA, NOAA, EPA y especialistas de otras 11 agencias gubernamentales, académicos e investigadores de MIT, universidades de Washington, Michigan, Arizona, Lousiana, Alaska, Boston, Ohio, Kentucky, Oregon, Maryland, Florida, Illinois, entre otros, prepararon la Evaluación Nacional sobre el Clima 2014 (2014 National Climate Assessment).

Entre sus contundentes conclusiones:

El calentamiento provocado por la actividad humana es real y sus consecuencias son ya evidentes en la agricultura, el suministro de agua, la salud humana, la energía, el transporte, los bosques y otros ecosistemas”.

“La temperatura en el Ártico aumenta al doble de la tasa promedio del planeta, provocando la pérdida del hielo marino ártico a muy corto plazo, 80 años antes de lo previsto hace sólo una década”.

“La capa de hielo en la Antártida Occidental se encuentra condenada, lo que provocará un aumento de aproximadamente ocho (8) metros en el nivel del mar”.

“Cien millones de habitantes de Bangladesh tendrán que buscar otro lugar donde vivir”.

“Ciudades costeras alrededor del mundo tendrán que mudarse, un reto magnificado por la crisis económica y las enfermedades”.

“Mil millones de personas sufrirán hambrunas en 20 a 30 años”.

“El calentamiento global es primordialmente causado por la actividad humana, predominantemente por la combustión de combustibles fósiles. El cambio climático inducido por la actividad humana tiende a acelerarse significativamente si las emisiones de gases de efecto invernadero continúan en aumento”.

En Enero 2016, el Departamento de Defensa de los Estados Unidos emitió la Directiva 4715.21 titulada: “Cambio Climático – Adaptación y Resiliencia”. Ordena a todos los componentes del Pentágono y a todos sus comandantes militares alrededor del mundo, “colocar al calentamiento global al frente y centro de su planificación estratégica” (to put climate change front and center in strategic planning).”Todas las dependencias del Departamento de Defensa en cualquier parte del mundo deben estar en capacidad de adaptar sus operaciones actuales y futuras al cambio climático, con el fin de mantener la efectividad y la eficiencia de las fuerzas militares de Estados Unidos

Esta directiva complementa la Estrategia Nacional de Seguridad, establecida por el presidente Obama en el 2015 (US National Security Strategy 2015 – The White House), en donde se establece: “El cambio climático es una amenaza urgente y creciente a la seguridad nacional de los Estados Unidos”.

El Informe Sobre el Desarrollo Mundial del Banco Mundial (WB WDR 2015) señala:

“Responder al cambio climático es uno de los retos definitorios de nuestro tiempo. Una masiva evidencia científica establece que la actividad humana es la causa de los cambios en el clima del planeta, con consecuencias potencialmente catastróficas. La evidencia sobre los riesgos del cambio climático se reporta en el más reciente informe de IPCC 2014, ampliamente considerada la evaluación más autorizada del conocimiento científico sobre el cambio climático”.

“En la historia de la civilización moderna, la superficie de la tierra nunca ha estado tan caliente. Las causas están claramente definidas. Las concentraciones de gases de efecto invernadero, tales como el dióxido de carbono, metano y óxido nitroso, son demasiado altas, como nunca antes en los últimos 800.000 años”.

Una de las más recientes evaluaciones de publicaciones científicas sobre el calentamiento global,  titulada Cuantificando el Consenso Sobre el Calentamiento Global Antropogénico en la Literatura Científica (Quantifying the consensus on anthropogenic global warming in the scientific literatureERL May 2013), publicado en la revista Environmental Research Letters en Mayo 2013, concluye que el 97% de las publicaciones y de los autores que se pronuncian, concuerda en que el calentamiento global es una amenaza cierta y creciente para la estabilidad planetaria y que su origen radica en la actividad humana.

Un estudio similar fue realizado por un equipo de especialistas de la Universidad Tecnológica de Michigan, la Universidad de Reading, Inglaterra, Memorial University, Canada y la Universidad de Queensland, Australia. Analizaron 11.944 trabajos de investigación publicados entre 1991 y el 2011. Sólo el 0.7% rechazó el origen antropogénico del calentamiento global. El estudio concluye: “Los trabajos que rechazan el consenso del origen antropogénico del calentamiento global es una pequeña y languideciente proporción de la investigación científica publicada”. Esta investigación motivó al periódico londinense The Guardian a crear un blog con el nombre “Climate Consensus – the 97%

Esfuerzos similares se habían realizado en el pasado. Un análisis de 928 publicaciones científicas arbitradas, publicado por Oreskes, de la Universidad de Harvard, en la revista Science en el 2004, concluyó que el 75% coincidía en que el clima del planeta se encontraba significativamente afectado por la actividad humana (The scientific consensus on climate change, Science,306, 1686–1686).

Zimmerman, de la Universidad de Illinois, publicó un análisis similar en el 2008, con similares resultados (An opinión survey of earth scientists on global climate change. University of Illinois 2008). Un año después Doran y Zimmerman consultaron a 10.257 científicos y especialistas en la materia. El 90% de los encuestados eran PhDs, y el 7% con grados de Maestría (Masters). El 90% de los participantes coincidió en que la temperatura media del planeta se encuentra en franco aumento y en que la actividad humana es el motivo principal (Examining the Scientific Consensus on Climate Change, University of Illinois, EOS 2009).

Powell realizó una evaluación de 13.950 artículos publicados en revistas científicas arbitradas entre enero 1991 y noviembre 2012. Sólo 24, el 0.2%,  “negaban clara y explícitamente el calentamiento global o sostenía que algún otro proceso, diferente a la actividad humana, explicaba el calentamiento observado” (Climate Deniers have no scientific credibility, Desmog April 2015).

Consenso sobre el consenso

La revista especializada Environmental Research Letters publicó en febrero 2016 un lapidario análisis sobre el consenso científico internacional sobre el calentamiento global (Environ. Res. Lett. 11 -2016 - 048002). Preparado por un equipo de especialistas de las universidades de Harvard, Princeton, Michigan, California Institute of Technology, Edinburgh, Bristol, Queensland, Brisbane, Luisiana, Utah y Amsterdam University College, destaca que el 97% de 12.000 trabajos especializados de investigación científica sobre el calentamiento global concuerda tanto en su alarmante magnitud como en su origen antropogénico.

El informe señala explícitamente: “Los científicos climáticos coinciden abrumadoramente en el origen antropogénico del calentamiento global. Este consenso se encuentra fielmente articulado por el Panel Intergubernamental de Expertos en Cambio Climático (IPCC) cuando señala que la influencia humana es la causa dominante del calentamiento global registrado en el siglo 20. Las academias nacionales de ciencia de 80 países se han pronunciado apoyando este consenso”. 

Los escépticos y negacionistas, tanto del calentamiento global como de su origen antropogénico, han sido reducidos a una agonizante minoría debido fundamentalmente a la incoherencia y falta de evidencias de sus argumentos, aunque los enmascaren en retórica científica. La abrumadora contundencia de crecientes y cada vez más precisas evidencias científicas reafirma que el calentamiento global, producto de la actividad humana, no es una predicción, sino un fenómeno presente y en acelerada evolución, socavando con inusitada efectividad el equilibrio natural del que depende la sobrevivencia misma de la humanidad.

El abrumador consenso de la comunidad científica internacional sobre el origen y la magnitud de éste fenómeno, ha servido como basamento para la suscripción del Acuerdo Climático de París por todos los países del mundo en diciembre del 2015, tras 23 años de negociaciones y una explosión de la investigación científica sobre los diferentes aspectos de este fenómeno durante el mismo período. 

Es ahora más cierto que nunca que los humanos están cambiando el clima de la Tierra. La evidencia es clara. La actividad humana, especialmente la quema de combustibles fósiles desde la revolución industrial, ha aumentado la concentración de CO2 en la atmósfera en un 40% entre 1800 y 2012. Las mediciones de diferentes isótopos de CO2 revelan que su aumento en la atmósfera se debe a la actividad humana. El calentamiento durante este período es el resultado principalmente de los aumentos en la concentración de CO2 y otros gases de efecto invernadero… Un análisis riguroso de la información y las evidencias demuestran que el calentamiento global observado no puede explicarse partiendo de causas naturales”.

National Academy of Sciences, USA; The Royal Society – UK: Climate Change – Evidence and Causes 2014

Para mediados del próximo año, 2023, se encuentra previsto la visita de El Niño. Como sus efectos suelen registrar un retraso de 3 a 4 meses, para finales de año se presentarán sequías en Venezuela, que se extenderán durante el siguiente año. El 2023 se perfila como el año más caliente de los últimos 800.000 años. Será también un año de sequías intensas en Venezuela. Conviene tomar medidas preventivas acordes con la magnitud del impacto esperado, para evitar tragedias humanas.

El calentamiento global es el reto más importante al que se enfrenta la humanidad. Una catástrofe que se agiganta aceleradamente con el tiempo y que amenaza nuestra propia seguridad a corto plazo.

El aumento en la temperatura superficial promedio registrado hasta la fecha es de 1,2°C. El límite de 1,5°C, establecido por el Panel Intergubernamental de Expertos en Cambio Climático de la ONU como la frontera entre lo peligroso y lo catastrófico, será irremediablemente rebosado en apenas 8 años, para el 2030 a más tardar. Y el de los 2°C para el 2050. La tendencia actual es hacia un aumento en la temperatura superficial promedio d 4°C para finales de siglo, un escenario infernal.

El más reciente análisis de los compromisos asumidos por todos los países del mundo, signatarios del Acuerdo de París, preparado por el World Resources Institute en octubre 2022, alerta que, si todos los países del mundo cumplen todas sus promesas, un escenario extremadamente improbable, las emisiones se reducirían sólo 5% para el 2030, mientras que el objetivo del Acuerdo de Paris es reducirlas a la mitad para el 2030 y a cero para mediados de siglo (WRI:The State of Nationally Determined Contributions: 2022)

Un aumento de temperatura entre 2°C y 2,5°C convertirá en inhabitable a la mayor parte de la franja tropical de América Latina. El efecto será más severo en las regiones más cercanas al ecuador y en altitudes más cercanas al nivel del mar.

Venezuela se encuentra justo al norte del Ecuador y una buena parte a niveles cercanos al del mar: llanos, costa, sur del lago, buena parte de Guayana.

La seguridad nacional de Venezuela se encuentra seriamente amenazada a muy corto plazo.

Es hora de despertar.

Informe completo en este enlace

 

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