sábado, 22 de octubre de 2022

Escépticos y Negacionistas Climáticos

Contribuciones 

Escépticos y Negacionistas Climáticos


Por Julio César Centeno 
Mérida- Venezuela


La discusión sobre el origen, la magnitud y las consecuencias del calentamiento global no ha estado exenta de controversia. Tales divergencias han enriquecido la discusión, permitiendo superar múltiples discordias sobre aspectos fundamentales de los fenómenos bajo consideración y sus repercusiones.

Aunque los disidentes y negacionistas son cada vez más reducidos y sus argumentos menos sostenibles, no dejan ni dejarán de existir, así como no faltan quienes sostengan que la tierra es plana, que el sol y las constelaciones giran a su alrededor o que la evolución de las especies es un mito. Los argumentos negacionistas del calentamiento global se han venido desmoronando ante la creciente precisión de evidencias científicas cada vez más contundentes.

No es la primera vez que la humanidad se enfrenta a contradicciones entre ciencia y mitos en asuntos claves para la especie humana, aunque los mitos se camuflen como hechos científicos. Se han aceptado avances científicos aunque contradigan creencias arraigadas, o aunque hayan socavado la ilusión de grandeza y excepcionalísimo de la especie humana.

Argumentar que alguien se equivoca por sostener argumentos que la gran mayoría considera errados, niega la historia y socava principios básicos de la investigación científica. La gente no se equivoca por sostener posiciones contrarias a las que ostente la mayoría. Es un argumento no sólo falaz, sino fascista.

Con inusitada frecuencia se destacan en la historia de la humanidad avances científicos, tecnológicos, artísticos y filosóficos provocados por obstinados escépticos dispuestos a luchar contra el mundo en defensa de sus argumentos, aunque nadie más los comparta, muchas veces exponiendo sus propias vidas.

Uno de los primeros enfrentamientos entre ciencia y mitos fue descubrir que nuestro pequeño planeta no se encuentra en el centro del universo, como se había creído por siglos hasta convertirse en estricto dogma religioso. Primero por las investigaciones de Aristarco de Samos, 270 años antes de Cristo, seguido siglos después por Copérnico, Galileo y Kepler.

A Copérnico se le acredita haber puesto fin a una concepción antropocéntrica del universo. Demolió las esferas de Tolomeo y condenó a la Tierra a ser sólo uno más entre los planetas que giran alrededor del Sol.

 El 24 de Mayo de 1543 agonizaba en Polonia a los 70 años. Un familiar se apresuró a llevarle el primer ejemplar de un libro escrito por el anciano tras años de minucioso trabajo en la clandestinidad. Había retrasado su publicación por temor a la reacción de los gobernantes y de la iglesia católica. Murió sin poder abrir el libro entre sus manos.

La aprehensión de aquel anciano no podía haber estado más justificada. El libro fue inmediatamente declarado como herejía e incluido en la lista de libros proscritos por la iglesia católica.

Los planteamientos de Nicolaus Koppernigk permanecieron en el olvido durante casi un siglo, hasta que Galileo se atrevió a rescatarlos. Galileo fue a su vez severamente castigado por insistir en tan peligrosa herejía, devastadora para la doctrina de la iglesia católica.

Ya anciano, fue citado a comparecer ante el tenebroso tribunal de la inquisición en Roma, por órdenes del Papa Urbano VIII. El juicio fue largo y agotador. En 1633 la Iglesia preparó una declaración que debía ser leída por Galileo ante el tribunal, en voz alta y como si fuese propia: "Juro que siempre he creído, creo y creeré todo aquello que predica la Santa Iglesia Católica y Apostólica, y que habiendo infringido la orden que se me diera anteriormente al haber escrito mi libro, maldigo de mi error y prometo que en el porvenir no diré más ni aseguraré tales cosas, y si conozco algún hereje que así lo hiciera lo denunciaré a este Santo Oficio o al Inquisidor del lugar donde me encuentre"

Finalmente Galileo, de 69 años de edad, tuvo que arrodillarse y jurar, en voz alta, que la tierra era en realidad el centro del Universo, que el Sol y todos los demás cuerpos celestiales giraban a su alrededor y que la Tierra estaba quieta.

Pero luego, como un rayo de luz en las tinieblas de aquel tenebroso acto, murmuró algo de lo que sólo los que estaban más cerca pudieron ser testigos: “y sin embargo se mueve”.

La furia de la Iglesia se debía a que Copérnico había logrado algo realmente insólito: desmentir a Tolomeo y lanzar a la Tierra muy lejos de donde todos creían que se encontraba. En su libro demostraba que tanto la Tierra como los demás planetas giraban alrededor del Sol, que la Tierra además giraba sobre su propio eje y que los aparentes movimientos del Sol y las estrellas a su alrededor, vistos desde la Tierra, eran ilusorios. El desplazamiento del Sol y las estrellas por el firmamento se debía sólo al movimiento de la Tierra.

Su libro llevaba por título De Revolutionibus Orbium Caelestium: Las Revoluciones de las Esferas CelestesMurió sin saber que había sido traicionado con la introducción de un prefacio, escrito por el monje luterano Andreas Oslander, donde sus postulados se presentaban como un truco matemático para simular los movimientos de los planetas.

Claudio Tolomeo, astrónomo y matemático griego, había escrito un libro 1.400 años antes, por el año 150 después de Cristo, en el que aseguraba que todos los cuerpos celestes, el Sol, la Luna, las estrellas y los planetas, giraban en círculos perfectos alrededor de la Tierra, de Este a Oeste.

Los postulados de Tolomeo fueron adoptados, como verdades inobjetables e indiscutibles, por la iglesia católica. Se ajustaban a la doctrina de la creación del hombre, criatura favorita y obra maestra de Dios, esculpido a su imagen y semejanza y colocado en el centro del universo. Dios habría así concebido que todo girara a su alrededor.

Los postulados de Copérnico se inspiraron en su descubrimiento de que, 270 años antes de Cristo, el filósofo griego Aristarco de Samos había propuesto que la Tierra era sólo un planeta más y que todos giraban alrededor del Sol.

Copérnico desarrolló modelos matemáticos para representar el movimiento de los planetas. En 1514 distribuyó por primera vez su manuscrito entre sus más cercanos colaboradores, donde hacía referencia a los postulados de Aristarco de SamosEn la versión final la referencia a Aristarco fue suprimida.

Martin Lutero se convirtió en uno de sus más acérrimos críticos, acusándolo de ser un necio hereje que negaba la Biblia. Lutero utilizaba citas bíblicas para refutar postulados matemáticos.

Fue necesario el sacrificio de Galileo un siglo después para rescatar los postulados de Copérnico del olvido, así como el maravilloso trabajo de Kepler para hacerlos irrefutables.

Los postulados de la iglesia fueron pulverizados aún más al descubrirse que el sol es sólo una estrella promedio, entre billones, y que nuestro sistema solar es arrastrado, como una partícula de polvo, por la cola de una galaxia promedio entre billones de galaxias. 

Luego vino la asombrosa revelación de otro escéptico rebelde, Charles Darwin, resuelto a defender sus convicciones aunque fuesen contrarias al sentido de todos los demás. Desnudó a los humanos como descendientes de otros animales, de los simios de ayer, de lagartos y bacterias de antaño.

Un poco más tarde nos enfrentamos a otro amargo avance científico, esta vez de investigación sicológica. El humano no es ni siquiera amo de su propia mente, sino que, como señalara Freud: “Debe contentarse con migajas de información sobre lo que acontece en su propio inconsciente” (Freud: A General Introduction to Psychoalalysis, 1920). 

Es así como, sólo tres almas escépticas, nos extirparon del ombligo del universo y nos lanzaron a una zona marginal, en la cola de una galaxia marginal, insignificante entre billones de galaxias. Pasamos de obra maestra de Dios, de belleza y perfección inigualables, a descendientes de lagartos. Con la pincelada final de Freud: ignorantes, tal y como los lagartos, de lo que acontece en nuestro propio inconsciente.

Escéptico y negacionista no son sinónimos. El escepticismo promueve la investigación científica y crítica, el racionamiento para examinar alegatos controversiales o extraordinarios. Se fundamenta en el método científico. El negacionismo, por el contrario, es el rechazo a priori de ideas o planteamientos sin consideraciones objetivas y sin fundamento científico. Los medios de comunicación contribuyen con la confusión, otorgando prominente cobertura a los argumentos negacionistas y estableciendo la matriz de opinión de que la ciencia del calentamiento global es incierta.

El calentamiento global es consecuencia de la actividad humana, principalmente por el consumo de combustibles fósiles. Sus consecuencias son devastadoras. Amenazan la sobrevivencia humana y la estabilidad de los sistemas naturales que conocemos.

La confusión en la opinión pública contrasta con el consenso de la comunidad científica internacional. El contraste entre la percepción de la opinión pública y el abrumador consenso científico se debe principalmente a la incorporación del tema en la diatriba política y religiosa, a poderosos intereses económicos y a una consistente campaña mediática para sembrar dudas.

Los negacionistas más prominentes reciben fuerte apoyo financiero de empresas nacionales y transnacionales, con poderosos intereses en el comercio de combustibles fósiles, la principal fuente de energía que sustenta el desarrollo económico mundial y la principal fuente de emisiones de CO2 a la atmósfera.

Políticos y medios de comunicación han contribuido a mantener el mito de que la ciencia del calentamiento global es incierta, carente de consenso científico. Los más ingenuos y extremistas se niegan a reconocer no sólo las evidencias, sino las consecuencias que azotan con creciente furia a poblaciones y ecosistemas alrededor del mundo.

El poderoso partido republicano de Estados Unidos ha servido durante años como incubadora de esta estirpe del absurdo. George Bush, Dick Chaney, Mitt Romney, Marco Rubio, Ted Cruz y Donald Trump son sólo algunos de sus voceros más recalcitrantes, con posiciones contrarias a las evidencias sostenidas por sus propias instituciones científicas especializadas en la materia. Desde organizaciones gubernamentales como NASA (Administración Nacional Aeronáutica y Espacial), la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA), o la Agencia de Protección Ambiental (EPA), hasta organizaciones científicas y centros de investigación, como la Academia Nacional de Ciencias (National Academy of Sciences), la Academia Americana de Artes y Ciencias (AAAS), American Meteorological SocietyAmerican Geophysical UnionAmerican Physical SocietyAmerican Association for the Advancement of Science, la Universidad de Columbia, la Universidad de Stanford, el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), entre tantos otros.

El senador republicano James Inhofe sirvió como jefe de la Comisión Ambiental del senado 2003-2007, posición que recuperó en enero 2015. Enemigo de regulaciones de carácter ambiental sobre la actividad empresarial, se refirió a la Agencia de Protección Ambiental (EPA) como “una burocracia Gestapo”. Sostenía que el calentamiento global era “el fraude más grande que se ha perpetrado contra el pueblo norteamericano”.

Más tarde, en enero del 2005 declaró a Bloomberg News que el calentamiento global era “el segundo fraude más grande perpetrado contra el pueblo norteamericano, después de la separación de la iglesia y el estado”.

Con el apoyo del lobby petrolero, publicó su teoría en un libro en el 2012: “The Greatest Hoax: How the Global Warming Conspiracy Threatens Your Future” (El gran fraude: Cómo la conspiración del calentamiento global amenaza tu futuro). Su argumento principal: “Dios está allá arriba todavía. Es escandalosa la arrogancia de quienes piensan que nosotros los humanos podemos modificar lo que Él hace con el clima”.

Como es común entre negacionistas, ante la dificultad de conseguir el apoyo de instituciones científicas o centros especializados de investigación para defender sus posiciones, Inhofe recurre al testimonio de individuos, algunos tarifados, para dotarlas de alguna credibilidad científica. Hace así referencia a turbios científicos y negacionistas, como Wei-Hock Soon, Patrick Michaels, David Legates, Fred Singer, Richard Lindzen y Sallie Baliunas, entremezclados con científicos de conocida reputación. Dos de estos, Tom Wigley y Stephen Schneider, se vieron en la necesidad de publicar desmentidos, señalando que Inhofe había intencionalmente distorsionado sus planteamientos.

El Panel Intergubernamental de Expertos en Cambio Climático (IPCC) señala contundentemente: “El calentamiento global es inequívoco… Es extremadamente evidente que la causa dominante es la actividad humana” (IPCC AR5 WG1, 2013).

Inhofe inmediatamente publicó un pronunciamiento de 20 páginas, con el sello del Senado norteamericano, comparando al IPCC a “un tribunal al estilo Soviético”.

Sin embargo, tanto la magnitud como el carácter antropogénico del calentamiento global han sido reconocidos por todas las academias de ciencia de los países industrializados, incluyendo a la Academia Nacional de Ciencias y la Academia Americana de Artes y Ciencias de Estados Unidos (Joint Science Academy Statement 2005, 2014). Posiciones similares han sido asumidas por las academias de ciencia de China, Rusia, India, Indonesia y Brasil, entre tantas otras. No hay una sola organización científica de renombre internacional que disienta de las conclusiones del IPCC sobre esta materia, o que apoye las especulaciones del senador Inhofe y otros negacionistas, incautos algunos, tarifados o mercenarios otros, sobre el presunto fraude del calentamiento global.

Inhofe nunca pudo presentar evidencia alguna sobre su presunta conspiración, como le fuera reiteradamente solicitado por prominentes científicos y especialistas en la materia, como James Hansen, director del Instituto de Estudios Espaciales de la NASA; Harold Kroto, premio Nobel en química; David Morrison, director del Centro Carl Sagan; Bill Nye, director de Planetary Society; Cornelis de Jager, astrofísico, presidente del Consejo Internacional de la Ciencia; Stuart Jordan, astrofísico de la NASA y los físicos Mark Boslough y Kimball Atwood, entre muchos otros.

Inhofe tampoco pudo aclarar si sus posiciones tenían algo que ver con el financiamiento recibido del lobby petrolero norteamericano. Cuando la Organización Meteorológica Mundial anunció a inicios del 2015 que el 2014 había sido el año más caliente desde que se tienen registros, en alarde de su maestría científica sobre la materia, Inhofe tomó el podio del Senado el 26 de Febrero 2015 para demostrar que tal anuncio era sólo “parte de la histeria sobre el calentamiento global”. La prueba: una bola de nieve recogida en las escaleras del Capitolio.

Sólo la compañía Exxon Mobil transfirió al menos 2,3 millones de dólares a los congresistas norteamericanos más prominentes en la negación del calentamiento global entre el 2007 y el 2015, pese a promesas públicas de suspender este tipo de financiamiento. También aportó US$ 3 millones a grupos establecidos para negar el calentamiento global, o su origen antropogénico, a través de organizaciones como el American Enterprise Institute (Countercurrents 20 10 2012). Exxon, junto a los hermanos Koch y otros donantes, canalizaron 30 millones de dólares adicionales hacia investigadores, académicos y activistas para promover la desinformación sobre el calentamiento global (Dirty Energy Money, 114th Congress, The Guardian July 15 2015).

Exxon publicó en el 2007 el siguiente anuncio: “A partir del 2008 pondremos fin a nuestras contribuciones a varios grupos relacionados con políticas públicas, cuyas posiciones sobre el calentamiento global podrían desviar la atención de cómo el mundo asegurará el suministro de energía para el desarrollo económico de una manera ambientalmente responsable” (Exxon Corporate Citizenship Report 2007). Entre los beneficiarios del financiamiento de Exxon se encuentra el senador Jim Inhofe (DirtyEnergyMoney.com)

El New York Times se refirió al senador Inhofe como “un prominente escéptico del cambio climático” (Nov 10, 2014), cuando prometió acabar con la Agencia de Protección Ambiental (EPA) y aprobar la construcción del polémico oleoducto Keystone XL. Días después NPR (National Public Radio) lo calificó como “uno de los líderes negacionistas del Congreso”.

La influencia del lobby petrolero no se limita al financiamiento de senadores, sino que incluye principalmente a candidatos presidenciales. Bernie Sanders, quien le disputaba a Hillary Clinton la nominación del partido demócrata a la presidencia de EUA, declaró: “La industria de los combustibles fósiles ha aportado más de US$4,5 millones a la campaña de Clinton” (Press release April 1 2016). De acuerdo con el Washington Post, eso es sólo 2% de las contribuciones recibidas por Clinton en su campaña presidencial (The Washington Post April 2 2016). “Ella recibe mucho dinero de Wall Street, la industria farmacéutica y las empresas de hidrocarburos” – Bernie Sanders  (entrevista en ABC Abril 1 2016).

Sólo 20 empresas habían aportado más de 110 millones de dólares a la campaña de Clinton para el 21 03 2016  (Open Secrets). Para finales de Marzo 2016, Hillary Clinton había recibido más de US$ 223 millones en donaciones para su campaña como aspirante a la nominación por el partido demócrata a la presidencia de Estados Unidos. 

Los mercenarios

Hartmut Grassl, climatólogo y director del Instituto Max Planck de Meteorología, Alemania, advierte que el escepticismo climático es también alimentado por intereses políticos. "Hay gente que conscientemente vende su opinión para minimizar la evidencia científica, a solicitud de compañías petroleras, por ejemploAsí se financian pequeños grupos cuyo trabajo es ir a las conferencias sobre los temas de medioambiente, recoger los informes y vender opiniones contrarias, que sirvan como palos en la rueda”.

Políticos interesados en bloquear decisiones legislativas sobre el calentamiento global frecuentemente se apoyan en el trabajo de científicos que se prestan para defender sus planteamientos. Uno de los científicos más alabados por el senador James Inhofe es Wei-Hock Soon (alias Willie Soon), del Centro Harvard-Smithonian para la Astrofísica (Harvard-Smithsonian Center for Astrophysics), quien sostiene que el calentamiento global se debe a variaciones en la radiación solar.

Ha testificado en el Congreso norteamericano a solicitud de Inhofe; frecuenta conferencias para negar el origen antropogénico del calentamiento global y participa en programas de entrevistas sobre el tema.

El New York Times hace referencia a documentos obtenidos a través del Freedom of Information Act en los que se demuestra que Willie Soon recibía financiamiento de corporaciones petroleras para emitir sus opiniones y sesgar los resultados de sus propias investigaciones (NYT Feb 21 2015). Recibió más de 1.2 millones dólares de corporaciones energéticas en los últimos 10 años para publicar sus artículos, en violación además de los lineamientos éticos de las revistas donde se publicaron.

En algunas de las comunicaciones develadas por el New York Times, el Dr. Soon le describe a sus patrocinantes corporativos como los resultados de sus trabajos fueron deliberadamente distorsionados para atender sus solicitudes a cambio de dinero. Denuncias similares fueron publicadas por el Boston Globe y The Guardian (http://www.climateinvestigations.org/willie-soon-harvard-smithsonian-documents-reveal-southern-company-scandal).

Este lamentable caso deja al menos un mensaje positivo: cuando poderosas corporaciones se ven en la necesidad de recurrir a mercenarios, quienes venden nombre y reputación por un puñado de dólares, es porque carecen de evidencias para defender legítimamente sus argumentos.

Historiadores y sociólogos señalan que desde la guerra del tabaco en los años 60, las corporaciones tratan de bloquear decisiones legislativas que puedan afectar sus intereses, sembrando dudas o imprecisiones científicas, usualmente con la asistencia de investigadores presuntamente independientes, a cambio de dinero. La magnitud de tales prácticas se describe en el libro Mercaderes de la Duda (Merchants of Doubt) de Naomi Oreskes, de la Universidad de Harvard.

Situaciones similares a las de Soon se encuentran en la industria farmacéutica, en la de los transgénicos, en las de bebidas y alimentos convencionales, entre otras.

El argumento central promovido por Willie Soon es que el calentamiento global se debe a variaciones en la radiación solar, argumento favorito entre negacionistas. Gavin Schmidt, actual director del Instituto para Estudios Espaciales de la NASA, destaca que el sol podría haber contribuido, en el caso más extremo, un máximo de 10% al calentamiento global registrado hasta el presente. El resto se debe  a emisiones de gases de efecto invernadero provenientes de la actividad humana. Para Schmidt “Los argumentos de Wei-Hock Soon carecen de sentido”.

Schmidt es generoso en su estimación, pues según el IPCC la contribución promedio de la variación en radiación solar al aumento del forzamiento radiativo neto acumulado hasta la fecha es de apenas 2% (IPCC AR6 2021). 

Los ciclos solares, con una duración promedio de 11 años, evidentemente afectan la temperatura y el clima de la Tierra. Sin embargo, los datos demuestran contundentemente que la radiación solar ha disminuido ligeramente en los últimos 60 años, justo cuando la temperatura superficial promedio ha aumentado a niveles que no se han registrado en miles de años.

El sol es la fuente primordial de la energía que impulsa el sistema climático de la Tierra, pero sus variaciones han tenido un papel muy limitado en los cambios climáticos observados en décadas recientes.

Mediciones satelitales desde 1970 demuestran que no se ha registrado un aumento en la radiación solar, mientras que la temperatura media global ha aumentado en el mismo período.

Evidencias adicionales de que el calentamiento global no es el resultado de cambios solares pueden encontrarse en las tendencias de temperaturas a diferentes altitudes en la atmósfera 

-Academia Nacional de Ciencias, EUA 2014 (Climate Change – Evidence and Causes)

“La cantidad de energía proveniente del sol que llega a la atmósfera terrestre – la irradiación solar total – fluctúa cerca de 0.1% en cada ciclo solar de 11 años. Esta pequeña variación no puede explicar ni la intensidad ni la velocidad del calentamiento global registrado en el último siglo. Tampoco hay evidencias que sugieran que la intensidad solar haya aumentado suficientemente en el último siglo para afectar el clima” – NASA: Understanding Earth´s Energy Balance 2010

El Harvard-Smithsonian Center for Astrophysics, donde trabajaba Willie Soon, se deslindó de sus opiniones y emitió un pronunciamiento en el que se solidariza con el consenso científico sobre la magnitud y el origen antropogénico del calentamiento global.

En el 2008 se publicó en Canadá un libro, ampliamente publicitado, titulado “Los Negacionistas” (The Deniers) en donde se pretendía develar las evidencias de cómo el Panel Intergubernamental de Expertos en Cambio Climático de la Organización de Naciones Unidas (IPCC) engaña a la humanidad entera con el cuento del calentamiento global.

Entre sus principales evidencias destaca: “Tras décadas de estudio, se han realizado múltiples investigaciones arbitradas para medir el máximo tiempo de residencia del CO2 en la atmósfera antes de ser reciclado por los océanos. Casi todos determinan que el tiempo máximo es menor a 15 años, con la mayoría de los estudios indicando menos de 10 años”

El IPCC sostiene, desde su primer informe en 1990 hasta el más reciente del 2021, que el potencial de calentamiento del CO2 inyectado a la atmósfera se mantiene activo por siglos, tal y como se sintetiza en el siguiente gráfico.

Lawrence Solomon, el autor del libro The Deniers, afirma:

“El IPCC escogió asumir que el CO2 se mantiene en la atmósfera por hasta 100 años. Si hubiera asumido un tiempo de residencia más corto, sus modelos no hubiesen podido predecir el calentamiento que hipotéticamente sería causado por la actividad humana… La figura en el fondo del gráfico (se refiere al gráfico en la portada de su libro) es la familiar curva de temperatura versus CO2 que muestra el continuo aumento del CO2 mientras la temperatura disminuye. Es el opuesto exacto de lo que predicen los modelos climáticos del IPCC. Una razón principal de la falla de los modelos climáticos es la falsa premisa sobre la longevidad del CO2 atmosférico en la que se fundamentan”.

El IPCC NO dice que el tiempo de residencia máximo del CO2 en la atmósfera es de 100 años, tal y como se muestra en el gráfico anterior. El IPCC acordó utilizar un horizonte de tiempo de 100 años como base de referencia para todos los gases de efecto invernadero, independientemente de su tiempo de residencia en la atmósfera. Por ejemplo, el tiempo promedio de residencia del metano es de aproximadamente 12 años. Sin embargo se utiliza el mismo horizonte de tiempo acordado,100 años, para entre otros objetivos disponer del mismo patrón de referencia para comparar su potencial de calentamiento global (GWP por sus siglas en inglés) con el de los demás gases. Si se utiliza un horizonte de tiempo equivalente al tiempo de residencia del metano en la atmósfera (12 años), su GWP sería aproximadamente 120 veces superior al del CO2, pero con un horizonte de tiempo de 100 años este GWP se reduce a 30.

El IPCC resalta explícitamente: “Al CO2 no se le puede asignar un tiempo de residencia único, debido a las diferentes tasas de absorción de los diferentes procesos de remoción”.

Las presuntas “referencias científicas” incluidas en el gráfico del Sr Solomon, datan desde 1957 hasta 1992. El libro fue publicado en el 2008. Por razones que no menciona, no pudo conseguir quien apoyara sus alegatos en los 16 años entre 1992 y el 2008. Para el 2008 ya se habían publicado 4 informes de evaluación por parte del IPCC y cientos de informes científicos por centros especializados de investigación sobre la materia. El Sr. Solomon parece que no tuvo tiempo para cotejar las opiniones de los “especialistas” que incluyó en su análisis, con las de docenas de instituciones científicas que integran y apoyan las evaluaciones del IPCC. Tampoco pudo explica por qué ninguna institución científica apoya sus planteamientos.

Entre los “especialistas” incluidos en el gráfico de Solomon no figura ninguna institución. El hecho de que casi todos los centros de investigación sobre el calentamiento global del mundo, así como todas las academias de ciencia y más del 95% de los científicos especializados en la materia, apoyen los planteamientos del IPCC, parecen ser detalles irrelevantes para el autor de este libro.

El libro Los Negacionistas (The Deniers, 2008) es en realidad una colección de artículos publicados por Lawrence Solomon en su columna para el periódico canadiense Globe and Mail, interpretando lo que a su juicio señalan las investigaciones en referencia y destacando que son opiniones de “científicos de reconocimiento mundial que se plantaron contra la histeria del calentamiento global, la persecución política y el fraude … y aquellos demasiado temerosos para hacerlo”.

Veamos algunas de aseveraciones con las que pretende desenmascarar a “los ingenuos y farsantes del IPCC y a sus cómplices en instituciones científicas alrededor del mundo:

“La alineación de los planetas, especialmente Júpiter y Saturno, controlan el clima en la tierra”

“El aumento en la radiación del sol durante el siglo 20, no las emisiones de CO2, es responsable del calentamiento global que estamos viendo, según el celebrado científico Abdussamatov. También explica el gran volumen de emisiones de CO2

“El CO2 al rescate. Entre más CO2 en la atmósfera, mejor para la sobrevivencia del Amazonas”

“El CO2 es la piedra fundacional de la vida en la tierra. Es malo y peligroso atacar la base misma de la vida”

“Gracias a las emisiones de CO2, la tierra es más verde que nunca. El CO2 es un fertilizante natural. A las plantas les encanta, y puede reverdecerlo todo”

“Hay gente que quiere evitar el CO2 que estamos colocando en la atmósfera y que ayuda a la vida de las plantas”

“Si, es verdad, el planeta se recalienta. Pero a las plantas les encanta”

“Tornados más violentos son signos de enfriamiento global, no de calentamiento global”

“Muchos renombrados científicos predicen que el mundo está a punto de caer en un período de enfriamiento, con consecuencias que pudieran ser severas”

“El carbón era un combustible sucio, pero se ha hecho más y más limpio a través de décadas. Hoy es bastante limpio. Tiene el mismo perfil de emisiones que el gas natural y puede ser aún más limpio. Es en realidad la respuesta inmediata a las necesidades energéticas del Canadá y del mundo entero. Tenemos disponibilidad para cientos de años”.

Uno de los artículos de Solomon se titula “En alabanza al CO2” (In Praise of CO2, 2008) donde asegura que “el CO2 es un fertilizante natural que baña la biota con nutrientes que alimentan la vida”.

La revista New Scientist denunció en el 2008 la manipulación de Solomon de información publicada en esa revista al afirmar que la reducción en las emisiones de gases de efecto invernadero puede provocar que la producción de alimentos caiga en todo el mundo. New Scientist enfatizó: “la variación en biomasa a través de décadas se debe a días más soleados y no tiene nada que ver con nutrientes en el CO2 o cosa parecida

Lawrence Solomon nunca ha publicado un solo artículo en revistas arbitradas sobre cualquier tema” – Google Scholar

Entre los absurdos que se destacan en este libro se encuentran su sorprendente afirmación sobre el tiempo de residencia del CO2 en la atmósfera y su señalamiento sobre una presunta reducción en temperatura con aumentos en la concentración de CO2:

La figura en el fondo del gráfico es la familiar curva de temperatura versus CO2 que muestra el continuo aumento del CO2 mientras la temperatura disminuye”.

Es necesario ser extremadamente ignorante o ingenuo para afirmar tal barbaridad. Esto no es, como dice Solomon, “el opuesto exacto de lo que predicen los modelos climáticos del IPCC”, sino el opuesto exacto de incontrovertible evidencia científica que desenmascara al verdadero farsante: el que ve Lawrence Solomon en el espejo.

Varios de los presuntos negacionistas incluidos en la publicación de Solomon objetaron la forma en que se manipularon sus opiniones o sus investigaciones. Sami Solanski denunció que Solomon distorsionó sus planteamientos; reiteró su convicción de que las emisiones antropogénicas son responsables del calentamiento global y que sus efectos continuarán a medida que aumenta la concentración. A su juicio las opiniones de otros científicos habían sido también manipuladas. Nir Shaviv también objeto la versión de Solomon sobre sus opiniones e investigaciones. Nigel Weiss refutó la sugerencia que se le atribuyó en cuanto a que una disminución en la actividad solar pudiera compensar la contribución antropogénica al calentamiento global. En todos estos casos el periódico Globe and Mail tuvo que retractarse y publicar disculpas.

La contundente realidad

A solicitud del gobierno norteamericano, 300 científicos especializados en diferentes aspectos del calentamiento global, incluyendo a la Academia Nacional de las Ciencias, NASA, NOAA, EPA y especialistas de otras 11 agencias gubernamentales, académicos e investigadores de MIT, universidades de Washington, Michigan, Arizona, Lousiana, Alaska, Boston, Ohio, Kentucky, Oregon, Maryland, Florida, Illinois, entre otros, prepararon la Evaluación Nacional sobre el Clima 2014 (2014 National Climate Assessment).

Entre sus contundentes conclusiones:

El calentamiento provocado por la actividad humana es real y sus consecuencias son ya evidentes en la agricultura, el suministro de agua, la salud humana, la energía, el transporte, los bosques y otros ecosistemas”.

“La temperatura en el Ártico aumenta al doble de la tasa promedio del planeta, provocando la pérdida del hielo marino ártico a muy corto plazo, 80 años antes de lo previsto hace sólo una década”.

“La capa de hielo en la Antártida Occidental se encuentra condenada, lo que provocará un aumento de aproximadamente ocho (8) metros en el nivel del mar”.

“Cien millones de habitantes de Bangladesh tendrán que buscar otro lugar donde vivir”.

“Ciudades costeras alrededor del mundo tendrán que mudarse, un reto magnificado por la crisis económica y las enfermedades”.

“Mil millones de personas sufrirán hambrunas en 20 a 30 años”.

“El calentamiento global es primordialmente causado por la actividad humana, predominantemente por la combustión de combustibles fósiles. El cambio climático inducido por la actividad humana tiende a acelerarse significativamente si las emisiones de gases de efecto invernadero continúan en aumento”.

En Enero 2016, el Departamento de Defensa de los Estados Unidos emitió la Directiva 4715.21 titulada: “Cambio Climático – Adaptación y Resiliencia”. Ordena a todos los componentes del Pentágono y a todos sus comandantes militares alrededor del mundo, “colocar al calentamiento global al frente y centro de su planificación estratégica” (to put climate change front and center in strategic planning).”Todas las dependencias del Departamento de Defensa en cualquier parte del mundo deben estar en capacidad de adaptar sus operaciones actuales y futuras al cambio climático, con el fin de mantener la efectividad y la eficiencia de las fuerzas militares de Estados Unidos

Esta directiva complementa la Estrategia Nacional de Seguridad, establecida por el presidente Obama en el 2015 (US National Security Strategy 2015 – The White House), en donde se establece: “El cambio climático es una amenaza urgente y creciente a la seguridad nacional de los Estados Unidos”.

El Informe Sobre el Desarrollo Mundial del Banco Mundial (WB WDR 2015) señala:

“Responder al cambio climático es uno de los retos definitorios de nuestro tiempo. Una masiva evidencia científica establece que la actividad humana es la causa de los cambios en el clima del planeta, con consecuencias potencialmente catastróficas. La evidencia sobre los riesgos del cambio climático se reporta en el más reciente informe de IPCC 2014, ampliamente considerada la evaluación más autorizada del conocimiento científico sobre el cambio climático”.

“En la historia de la civilización moderna, la superficie de la tierra nunca ha estado tan caliente. Las causas están claramente definidas. Las concentraciones de gases de efecto invernadero, tales como el dióxido de carbono, metano y óxido nitroso, son demasiado altas, como nunca antes en los últimos 800.000 años”.

Una de las más recientes evaluaciones de publicaciones científicas sobre el calentamiento global,  titulada Cuantificando el Consenso Sobre el Calentamiento Global Antropogénico en la Literatura Científica (Quantifying the consensus on anthropogenic global warming in the scientific literatureERL May 2013), publicado en la revista Environmental Research Letters en Mayo 2013, concluye que el 97% de las publicaciones y de los autores que se pronuncian, concuerda en que el calentamiento global es una amenaza cierta y creciente para la estabilidad planetaria y que su origen radica en la actividad humana.

Un estudio similar fue realizado por un equipo de especialistas de la Universidad Tecnológica de Michigan, la Universidad de Reading, Inglaterra, Memorial University, Canada y la Universidad de Queensland, Australia. Analizaron 11.944 trabajos de investigación publicados entre 1991 y el 2011. Sólo el 0.7% rechazó el origen antropogénico del calentamiento global. El estudio concluye: “Los trabajos que rechazan el consenso del origen antropogénico del calentamiento global es una pequeña y languideciente proporción de la investigación científica publicada”. Esta investigación motivó al periódico londinense The Guardian a crear un blog con el nombre “Climate Consensus – the 97%

Esfuerzos similares se habían realizado en el pasado. Un análisis de 928 publicaciones científicas arbitradas, publicado por Oreskes, de la Universidad de Harvard, en la revista Science en el 2004, concluyó que el 75% coincidía en que el clima del planeta se encontraba significativamente afectado por la actividad humana (The scientific consensus on climate change, Science,306, 1686–1686).

Zimmerman, de la Universidad de Illinois, publicó un análisis similar en el 2008, con similares resultados (An opinión survey of earth scientists on global climate change. University of Illinois 2008). Un año después Doran y Zimmerman consultaron a 10.257 científicos y especialistas en la materia. El 90% de los encuestados eran PhDs, y el 7% con grados de Maestría (Masters). El 90% de los participantes coincidió en que la temperatura media del planeta se encuentra en franco aumento y en que la actividad humana es el motivo principal (Examining the Scientific Consensus on Climate Change, University of Illinois, EOS 2009).

Powell realizó una evaluación de 13.950 artículos publicados en revistas científicas arbitradas entre enero 1991 y noviembre 2012. Sólo 24, el 0.2%,  “negaban clara y explícitamente el calentamiento global o sostenía que algún otro proceso, diferente a la actividad humana, explicaba el calentamiento observado” (Climate Deniers have no scientific credibility, Desmog April 2015).

Consenso sobre el consenso

La revista especializada Environmental Research Letters publicó en febrero 2016 un lapidario análisis sobre el consenso científico internacional sobre el calentamiento global (Environ. Res. Lett. 11 -2016 - 048002). Preparado por un equipo de especialistas de las universidades de Harvard, Princeton, Michigan, California Institute of Technology, Edinburgh, Bristol, Queensland, Brisbane, Luisiana, Utah y Amsterdam University College, destaca que el 97% de 12.000 trabajos especializados de investigación científica sobre el calentamiento global concuerda tanto en su alarmante magnitud como en su origen antropogénico.

El informe señala explícitamente: “Los científicos climáticos coinciden abrumadoramente en el origen antropogénico del calentamiento global. Este consenso se encuentra fielmente articulado por el Panel Intergubernamental de Expertos en Cambio Climático (IPCC) cuando señala que la influencia humana es la causa dominante del calentamiento global registrado en el siglo 20. Las academias nacionales de ciencia de 80 países se han pronunciado apoyando este consenso”. 

Los escépticos y negacionistas, tanto del calentamiento global como de su origen antropogénico, han sido reducidos a una agonizante minoría debido fundamentalmente a la incoherencia y falta de evidencias de sus argumentos, aunque los enmascaren en retórica científica. La abrumadora contundencia de crecientes y cada vez más precisas evidencias científicas reafirma que el calentamiento global, producto de la actividad humana, no es una predicción, sino un fenómeno presente y en acelerada evolución, socavando con inusitada efectividad el equilibrio natural del que depende la sobrevivencia misma de la humanidad.

El abrumador consenso de la comunidad científica internacional sobre el origen y la magnitud de éste fenómeno, ha servido como basamento para la suscripción del Acuerdo Climático de París por todos los países del mundo en diciembre del 2015, tras 23 años de negociaciones y una explosión de la investigación científica sobre los diferentes aspectos de este fenómeno durante el mismo período. 

Es ahora más cierto que nunca que los humanos están cambiando el clima de la Tierra. La evidencia es clara. La actividad humana, especialmente la quema de combustibles fósiles desde la revolución industrial, ha aumentado la concentración de CO2 en la atmósfera en un 40% entre 1800 y 2012. Las mediciones de diferentes isótopos de CO2 revelan que su aumento en la atmósfera se debe a la actividad humana. El calentamiento durante este período es el resultado principalmente de los aumentos en la concentración de CO2 y otros gases de efecto invernadero… Un análisis riguroso de la información y las evidencias demuestran que el calentamiento global observado no puede explicarse partiendo de causas naturales”.

National Academy of Sciences, USA; The Royal Society – UK: Climate Change – Evidence and Causes 2014

Para mediados del próximo año, 2023, se encuentra previsto la visita de El Niño. Como sus efectos suelen registrar un retraso de 3 a 4 meses, para finales de año se presentarán sequías en Venezuela, que se extenderán durante el siguiente año. El 2023 se perfila como el año más caliente de los últimos 800.000 años. Será también un año de sequías intensas en Venezuela. Conviene tomar medidas preventivas acordes con la magnitud del impacto esperado, para evitar tragedias humanas.

El calentamiento global es el reto más importante al que se enfrenta la humanidad. Una catástrofe que se agiganta aceleradamente con el tiempo y que amenaza nuestra propia seguridad a corto plazo.

El aumento en la temperatura superficial promedio registrado hasta la fecha es de 1,2°C. El límite de 1,5°C, establecido por el Panel Intergubernamental de Expertos en Cambio Climático de la ONU como la frontera entre lo peligroso y lo catastrófico, será irremediablemente rebosado en apenas 8 años, para el 2030 a más tardar. Y el de los 2°C para el 2050. La tendencia actual es hacia un aumento en la temperatura superficial promedio d 4°C para finales de siglo, un escenario infernal.

El más reciente análisis de los compromisos asumidos por todos los países del mundo, signatarios del Acuerdo de París, preparado por el World Resources Institute en octubre 2022, alerta que, si todos los países del mundo cumplen todas sus promesas, un escenario extremadamente improbable, las emisiones se reducirían sólo 5% para el 2030, mientras que el objetivo del Acuerdo de Paris es reducirlas a la mitad para el 2030 y a cero para mediados de siglo (WRI:The State of Nationally Determined Contributions: 2022)

Un aumento de temperatura entre 2°C y 2,5°C convertirá en inhabitable a la mayor parte de la franja tropical de América Latina. El efecto será más severo en las regiones más cercanas al ecuador y en altitudes más cercanas al nivel del mar.

Venezuela se encuentra justo al norte del Ecuador y una buena parte a niveles cercanos al del mar: llanos, costa, sur del lago, buena parte de Guayana.

La seguridad nacional de Venezuela se encuentra seriamente amenazada a muy corto plazo.

Es hora de despertar.

Informe completo en este enlace

 

Jc-centeno@outlook.com

miércoles, 12 de octubre de 2022

La Trampa de Escazú

Contribuciones


La Trampa de Escazú

Por 
Julio César Centeno 
Mérida - Venezuela 

El Acuerdo de Escazú es un tratado internacional de derechos humanos, de gestión del territorio y del medio ambiente, sujeto al dictamen final de tribunales internacionales.

Se aplica exclusivamente a países de América Latina y el Caribe. Ninguna otra región del mundo ha suscrito un acuerdo de esta naturaleza.

“Es el único acuerdo jurídicamente vinculante derivado de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo Sostenible (Río+20)… es un acuerdo histórico” – Antonio Guterres, Secretario General de la Organización de Naciones Unidas.

Se fundamenta en los tres conceptos aparentemente benignos señalados en el Principio 10 de la Declaración de Río sobre  Medio Ambiente y Desarrollo de 1992, la cumbre paralela de organizaciones no gubernamentales a la Conferencia de Naciones Unidas para Medio Ambiente y Desarrollo (UNCED 1992) en la que se aprobó la Convención sobre la Diversidad Biológica y el Acuerdo Marco sobre el Cambio Climático.

Todos los demás países del mundo optaron por considerar estos conceptos como directrices a ser voluntariamente incorporadas en las legislaciones nacionales. Ninguno optó por someterse a tales conceptos como obligaciones jurídicamente vinculantes, sujetas al dictamen final y conclusivo de organismos internacionales de justicia.

Es sólo en América Latina donde se ensaya esta modalidad de supervisión y control sobre decisiones que sólo deberían ser competencia de instituciones y autoridades constitucionalmente establecidas en cada país. ­­

Los tres principios básicos del Acuerdo de Escazú son: el derecho de acceso del público a la información ambiental, el derecho a la participación pública en los procesos de toma de decisiones ambientales y el derecho de acceso del público a la justicia en asuntos ambientales, en cualquier asunto, actividad o desarrollo que afecte el medio ambiente.

Por “información ambiental” se entiende cualquier información escrita, visual, sonora, electrónica o registrada en cualquier otro formato, relativa al medio ambiente y a los recursos naturales, incluyendo toda información relacionada con riesgos ambientales y los posibles impactos adversos asociados que afecten o puedan afectar el medio ambiente, así como toda información relacionada con la protección y la gestión ambiental.

El derecho de acceso expedito a toda la información disponible sobre el asunto de interés se ejerce “sin necesidad de mencionar algún interés y sin necesidad de justificar las razones por las cuales se solicita la información”(artículo 5).

Por “público” se entiende cualquier persona, natural o jurídica, y las asociaciones, organizaciones o grupos constituidos por esas personas, nacionales o extranjeras sujetas a la jurisdicción nacional.

Toda actividad humana afecta al ambiente. Todo proyecto de desarrollo, público o privado, de carácter industrial, agropecuario, pesquero, minero, petrolero, gasífero, urbano, turístico, forestal o de infraestructura, entre otros tantos, afecta necesariamente al ambiente. Es difícil imaginarse alguna actividad de desarrollo nacional que no afecte al ambiente.

El Acuerdo de Escazú es un convenio internacional, jurídicamente vinculante, que obliga a los estados a diseminar sin restricciones toda la información a su alcance relativa al medio ambiente y a los recursos naturales del país, incluyendo la relacionada con riesgos ambientales, reales o potenciales, y la relacionada con la protección y la gestión ambiental.

El Acuerdo de Escazú es un convenio internacional, jurídicamente vinculante, que además obliga a los estados a garantizar la participación de cualquier persona que así lo solicite, natural o jurídica, nacional o extranjera sujeta a la jurisdicción nacional, en la toma de decisiones y el seguimiento de cualquier actividad de desarrollo, pública o privada con efectos ambientales, reales o potenciales.

Obliga igualmente a los estados a garantizarle a cualquier persona, natural o jurídica, nacional o extranjera sujeta a la jurisdicción nacional, el acceso a la justicia para dirimir divergencias sobre cualquier actividad de desarrollo que afecte al ambiente.

Agotadas las instancias nacionales de justicia, el acuerdo  activa la jurisdicción internacional, abriendo las puertas al dictamen conclusivo y vinculante de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, la Corte Interamericana de Derechos Humanos y la Corte Penal Internacional.

Francisco Tudela, jurista, ex-canciller del Perú y profesor de derecho en la Universidad de Harvard, señala:

Agotadas las instancias nacionales, el destino final de cualquier controversia sobre afectación ambiental en el marco del Acuerdo de Escazú es la Corte Interamericana de Derechos Humanos, cuyos dictámenes serían jurídicamente vinculantes. Quienes van a decidir finalmente sobre cualquier actividad, pública o privada, sobre la gestión del territorio, no son los tribunales nacionales, sino la Corte Interamericana de Derechos Humanos”.

Cualquier persona, natural o jurídica, nacional o extranjera sujeta a la jurisdicción nacional, puede activar el Acuerdo de Escazú ante cualquier actividad que considere que afecte o pueda afectar al medio ambiente, que viole o pueda violar el derecho humano a un ambiente sano, incluyendo cualquier actividad económica, agrícola, pecuaria, minera, petrolera, gasífera, desarrollos urbanos, construcción de infraestructura, carreteras, represas, entre tantas otras.

Se invierte además la carga de la prueba: agricultores, ganaderos, constructores, mineros o pescadores privados, los organismos o empresas del estado y las empresas internacionales quedan obligadas a suministrar toda la información a su alcance y dar explicaciones sobre los posibles impactos ambientales de sus actividades, reales o potenciales, actuales o futuros, en cualquier etapa del desarrollo de sus proyectos.

Deben además permitir la participación de personas naturales o jurídicas, organizaciones no gubernamentales o cualquier otro grupo de personas interesadas, en la toma de decisiones sobre el desarrollo de sus actividades, quedando sujetos a que se les paralice con medidas cautelares, dictaminadas por tribunales nacionales o por tribunales internacionales, cuyos dictámenes son de obligatorio cumplimiento.

El Acuerdo de Escazú diluye la certeza jurídica de cualquier actividad económica y amenaza su seguridad financiera por la permisiva arbitrariedad que puedan introducir personas naturales o jurídicas, ONGs o cualquier otro grupo de personas, vinculadas o ajenas a la iniciativa, simplemente cuestionando su impacto sobre el ambiente, real o potencial, a través del principio precautorio.

El principio precautorio establece que no es necesaria la certeza técnica o científica de afectaciones al ambiente para detener, alterar o modificar alguna actividad industrial o de desarrollo económico.

El principio pro persona, o principio pro homine, es un criterio interpretativo que establece que toda autoridad perteneciente al poder judicial, legislativo o ejecutivo​ debe aplicar la norma​ o la interpretación​ más favorable a la persona​ natural o jurídica, tal y como se define en este tratado internacional, en toda emisión de actos, resoluciones o normas sobre el medio ambiente o sobre la protección o la limitación de derechos humanos,​ siendo la más amplia en el primer caso o la menos restrictiva en el segundo.

En un litigio sobre un bien jurídico tutelado por el Acuerdo de Escazú, en el que se obliga a la participación pública en la toma de decisiones sobre una actividad minera, petrolera o gasífera, un desarrollo agropecuario, un desarrollo urbano, la construcción de un acueducto o una represa, la explotación de recursos naturales, el principio pro persona, o pro homine, establece que se debe aplicar la jurisprudencia que mejor beneficie el interés de la persona natural o jurídica, ONG o cualquier otra asociación de personas, nacionales o extranjeras sujetas a la jurisdicción nacional, sobre cualquier otra entidad, ya sea el estado, empresas públicas o privadas, o instituciones del estado, como PDVSA, CIDOR, VENALUM, o la fuerza armada nacional.

El principio precautorio establece que, para prevenir un potencial daño al medio ambiente, es preferible evitar la actividad correspondiente. Se genera así un amplio margen de arbitrariedad, sujeto a interpretaciones favorables a las personas natural o jurídica, empresas, ONGs o cualquier otra asociación de personas, nacionales o extranjeras sujetas a la jurisdicción nacional.

Toda actividad económica realizada por personas naturales o jurídicas, empresas nacionales o extranjeras, públicas o privadas, debe contar con una aprobación por parte de los entes públicos correspondientes. Tales autorizaciones se fundamentan, entre otros aspectos, en el suministro de información sobre las actividades a desarrollar.

La información suministrada a los entes competentes del estado queda sujeta a los términos de este acuerdo.

El Acuerdo de Escazú establece que, sin presentar prueba alguna de afectaciones al ambiente y “sin necesidad de mencionar algún interés y sin necesidad de justificar las razones por las cuales se solicita información”, cualquier persona natural o jurídica, incluyendo empresas, asociaciones o grupos ambientalistas, nacionales o extranjeros registrados en el país, tiene el derecho jurídico y vinculante de solicitar toda la información de que dispongan los entes competentes del estado, incluyendo la suministrada por empresas nacionales o extranjeras, o cualquier otra persona natural o jurídica, sobre cualquier actividad de desarrollo o de gestión del territorio que afecte o pueda afectar el ambiente.

La información debe ser entregada en un plazo no mayor a 30 días hábiles, salvo las restricciones contempladas en el acuerdo. Solo bajo circunstancias excepcionales este período podrá ser extendido un máximo de 10 días hábiles “previa notificación al solicitante por escrito sobre la justificación de la extensión”.

Vencido el plazo, el estado debe garantizarle al demandante el acceso a los tribunales de justicia para dirimir potenciales diferencias. De no estar satisfechas las solicitudes planteadas, se activan los mecanismos de justicia internacional.

La información puede ser denegada de acuerdo con lo que estipule la legislación existente, de acuerdo con los principios de no-regresión y de progresividad; cuando afecte la seguridad nacional, la seguridad pública o la defensa nacional; cuando afecte negativamente la protección del medio ambiente o cuando “genere un riesgo claro, probable y específico a la ejecución de la ley, o a la prevención, investigación y persecución de delitos” (artículo 5)

Por “autoridad competente” se entiende toda institución pública y organizaciones privadas que reciban fondos o beneficios públicos o que desempeñen funciones y servicios públicos (artículo 2).

Suministrada la información solicitada, el ciudadano o grupo de ciudadanos, incluyendo a empresas, asociaciones o grupos ambientalistas, nacionales o extranjeros registrados en el país, tiene el derecho jurídico y vinculante de participar en la toma de decisiones sobre la actividad industrial, empresarial o de desarrollo en referencia. Cualquier insatisfacción o impedimento a dicho derecho a la participación en la toma de decisiones activa el derecho de acceso a la justicia, primero la nacional y finalmente los tribunales internacionales de justicia.

El acuerdo de Escazú también permite que un estado demande a otro ante la Corte Penal Internacional por considerar que alguna actividad, proyecto o desarrollo del país demandado afecta el ambiente. Cualquier actividad de desarrollo empresarial, de aprovechamiento de recursos naturales, de construcción de infraestructura o de gestión del territorio en un país puede ser sujeto de demanda ante la Corte Penal Internacional por otro país miembro del acuerdo de Escazú.

Los tres pilares en que se fundamente el Acuerdo de Escazú ya se encuentran contemplados en la legislación nacional de Venezuela: el acceso a la información, la participación ciudadana y el acceso a la justicia. Situaciones similares se presentan en otros países de la región. No son conceptos novedosos o ausentes del marco jurídico existente. La diferencia clave es que los conflictos que puedan presentarse sobre el respeto de tales derechos se dirimen exclusivamente en el sistema nacional de justicia. El Acuerdo de Escazú tiene como objetivo final el sometimiento de tales divergencias a tribunales internacionales, cuyos dictámenes son de obligatorio cumplimiento. 

El Acuerdo de Escazú hace referencia en su artículo 3 al principio de soberanía permanente de los Estados sobre sus recursos naturales. Donde condiciona la soberanía es en la gestión de esos recursos, sujetándola a la obligatoria participación en la toma de decisiones sobre tal gestión por parte de personas naturales o jurídicas, nacionales o extranjeras, interesadas en el impacto ambiental, real o potencial, de tales actividades. Las potenciales divergencias deben resolverse en tribunales nacionales y ulteriormente en la Corte Interamericana de Derechos Humanos.

Si la controversia es entre dos o más estados, se resuelve a través de un arbitraje internacional acordado entre las partes, o a través de la Corte Penal Internacional. Son excepcionales los casos en que los arbitrajes internacionales o las decisiones de la Corte Penal Internacional favorecen los intereses de países en desarrollo.

El objetivo del Acuerdo de Escazú es limitar y tutelar la auto determinación de los estados de América Latina y el Caribe sobre la gestión de sus recursos naturales y sus territorios, sometiendo toda decisión sobre actividades de desarrollo, aprovechamiento de recursos naturales y gestión del territorio a la voluntad de terceros, instrumentos no elegidos por la voluntad de los ciudadanos de cada país, principalmente de ONGs, nacionales o extranjeras residenciadas en el país.

Debido a que la mayor parte de las ONGs residenciadas en el país, nacionales o extranjeras, son financiadas desde el exterior, frecuentemente a través de mecanismos poco transparentes, el control quedaría prioritariamente en manos de transnacionales ambientalistas, a su vez financiadas por los principales centros del poder mundial, tanto gubernamentales como la NED, USAID o la Unión Europea, o privadas, como la Fundación Ford, la Fundación Soros, la Fundación Gates o Heinrich Boll Stiftung.

La mayoría de las ONGs nacionales son apéndices de transnacionales ambientalistas, de las que dependen directa o indirectamente a través de sus respectivos financiamientos.

El Acuerdo de Escazú es parte de la arremetida sobre América Latina por los principales centros de poder mundial tras el control global, al que se refieren como el gran reset, promovido por los poderes hegemónicos tras el Foro Económico Mundial.

Los primeros que se manifestaron en contra del Acuerdo de Escazú fueron los 6 gobernadores indígenas de la mancomunidad Amazónica Peruana, que agrupa a los gobiernos regionales de Loreto, Amazonas, San Martín, Ucayali, Huánuco y Madre de Dios de la Región Amazónica del Perú (Acuerdo de Escazu: pronunciamiento de la Mancomunidad Amazónica - Noticias - Gobierno Regional Madre de Dios - Gobierno del Perú (www.gob.pe)

Del análisis del denominado Acuerdo Escazú resulta claro que las decisiones sobre nuestro medio ambiente y sus controversias serán transnacionalizadas.

Ya no dependerán de los peruanos ni de nuestras instituciones públicas, sino de organismos internacionales, ubicados fuera de nuestras fronteras y comprometidos con intereses ajenos a los nacionales.

Esta forma de entregar la soberanía, de perder capacidad sobre el legítimo aprovechamiento de nuestros recursos naturales, se fundamenta en opiniones que consideran que los peruanos necesitamos como los niños una tutela internacional para conservar la Amazonía.

El Acuerdo de Escazú resulta lesivo para la región Amazónica y el país, por lo tanto, expresamos nuestro rechazo a su aprobación por parte del Congreso de la República, toda vez que están en juego los intereses del Perú y especialmente los de la Amazonía. Por eso defenderemos la soberanía plena sobre nuestros recursos naturales, de modo que estén al servicio del desarrollo nacional y el bienestar de nuestros pueblos”

Si alguna persona, natural o jurídica, activa un proyecto de desarrollo en una propiedad privada, o en propiedad pública con su debida autorización, cualquier persona, natural o jurídica, nacional o extranjera registrada en el país, que considere que afecta el ambiente, puede ejercer una acción administrativa o judicial sobre esa iniciativa, solicitando una medida cautelar de paralización o amparo hasta que se le entregue toda la información disponible sobre el impacto ambiental de esa iniciativa, sin restricciones salvo las establecidas en el acuerdo. Puede apelar al derecho jurídicamente vinculante a participar en la toma de decisiones sobre el desarrollo de esa actividad. Si no le satisface el resultado de su gestión ante las instancias jurídicas nacionales, puede acudir a instancias internacionales de justicia, donde se decidiría la controversia y cuyo dictamen es de obligatorio cumplimiento.

La constitución nacional queda ignorada o violada con respecto a autoridades competentes, en cuanto al principio precautelar y la propiedad privada. Escazú es el primer tratado en el mundo que fusiona el derecho humano con el derecho ambiental, en el que los intereses y juicios de quienes se auto-proclamen como defensores del medio ambiente tutelan a los funcionarios e instituciones públicas, por encima de nuestras propias autoridades legítimamente constituidas. Escazú genera un ambiente de discrecionalidad y de arbitrariedad contrario al ordenamiento jurídico vigente y en contra de los intereses nacionales” - Victor Pabón, jurista, economista y docente universitario de Paraguay

No debería sorprendernos que en ninguna otra parte del mundo existe un acuerdo internacional similar al Acuerdo de Escazú. Ningún otro grupo de naciones someterías sus perspectivas de desarrollo, su independencia y su auto-determinación al juicio de empresas o grupos ambientalistas, nacionales o extranjeros.

El Acuerdo de Escazú es una barbaridad jurídica que se ensaya sólo en América Latina como un perverso mecanismo moderno de colonización, acoplado a otras iniciativas por el control de los inmensos recursos de esta privilegiada región, en particular por el control de la Amazonia, la Orinoquia y sus riquezas energéticas y minerales, de biodiversidad, agua y recursos genéticos.

La principal amenaza contra la estabilidad ambiental de todos los países de América Latina y el Caribe, y en particular contra la estabilidad ambiental de la Amazonia y la Orinoquia suramericana, es el calentamiento global. El 70% del calentamiento global acumulado hasta la fecha por consumo de combustibles fósiles se debe a las emisiones provenientes de países industrializados ( https://bit.ly/3PNsTxo ). El Acuerdo de Escazú ignora deliberadamente esta amenaza dominante sobre el ambiente regional, restringiéndose deliberada e injustificadamente a las actividades económicas y de desarrollo propias de los países de la región.

El Acuerdo de Escazú pregona su determinación a proteger los derechos humanos en general, y el derecho a un ambiente sano en particular, evitando o mitigando los daños ambientales de actividades económicas o de desarrollo en los países de América Latina, a través de la participación pública en la gestión del territorio y en la toma de decisiones en actividades que puedan afectar al ambiente.

Sin embargo, el calentamiento global no sólo es la principal amenaza a un ambiente sano, sino que amenaza la supervivencia misma de la mayor parte de población de la región. Para finales de siglo la mayor parte de la población en la franja tropical de esta región se verá forzada a migrar, pues las condiciones ambientales tienden a deteriorarse de tal manera que buena parte de esta franja tropical se hará inhabitable. El Acuerdo de Escazú evade toda posibilidad de asistencia a las poblaciones de estas regiones para defenderse de semejante amenaza a su propia supervivencia, o de resarcir los daños causados a su seguridad y medios de vida. 

Como consecuencia del calentamiento global, los glaciares desaparecen aceleradamente de las montañas andinas, amenazando la seguridad de millones de personas que dependen de sus fuentes de agua.

Chile soporta una mega-sequía que se ha extendido por 13 años consecutivos.

Los bosques de la Amazonia no sólo se reducen en cerca de 2 millones de hectáreas cada año principalmente por la deforestación para ampliar la frontera agropecuaria, sino que su resiliencia se debilita ante el aumento de la temperatura media y el debilitamiento de su capacidad de adaptación a las nuevas condiciones ambientales. Millones de especies de plantas y animales se encuentran en peligro de extinción, mientras la mayoría de los 40 millones de habitantes de la Amazonia subsisten en condiciones extremas de pobreza y marginalidad. 

La principal amenaza contra la seguridad vital de las islas del caribe es el aumento en el nivel del mar. Tiende a superar los 2 metros sobre el nivel actual para finales de siglo. El aumento en el nivel del mar es consecuencia directa del calentamiento global, causado en un 70% por una élite global privilegiada, habitantes de los países industrializados. El Acuerdo de Escazú también ignora arbitraria y deliberadamente esta amenaza existencial contra los estados del Caribe.

En estos y tantos otros casos similares no se reconoce ni se garantiza el derecho de la ciudadanía de acceso a la información correspondiente sin restricciones, no se reconoce el derecho de la población a la participación en la toma de decisiones sobre las actividades industriales y económicas que generan estos extremados daños ambientales. Se ignora el derecho de la población a acudir a tribunales internacionales para que los perpetradores de estos delitos ambientales resarzan los daños causados.

El Acuerdo de Escazú deliberadamente evade toda posibilidad de acceso a la información, participación pública y acceso a la justicia en relación con el impacto ambiental de las bases militares norteamericanas en América Latina y El Caribe. Evade también la devastación ambiental y el envenenamiento deliberado de poblaciones enteras provocado por fumigaciones indiscriminadas con glifosato y otros productos venenosos a través del Plan Colombia en la pretendida lucha contra las drogas, horrendos crímenes ambientales y humanos denunciados en la más reciente Asamblea General de Naciones Unidas por el presidente Gustavo Petro.

El Acuerdo de Escazú fue coincidentalmente sometido por la CEPAL para su suscripción cuando la mayoría de los países de América Latina se encontraban bajo gobiernos serviles a la voluntad de poderes fácticos extra-regionales: Mauricio Macri en Argentina, Michel Temer en Brasil, Lenin Moreno en Ecuador, Sebastian Piñera en Chile, Peña Nieto en México, Martín Vizcarra en Perú, y el crimen organizado dirigido por el triunvirato Uribe, Santos y Duque en Colombia.

El Acuerdo de Escazú lleva ese nombre por haber sido inicialmente suscrito en la ciudad costarricense de Escazú. Pero el gobierno de ese país se ha negado hasta la fecha a ratificarlo, a pesar de las enormes presiones y amenazas que soporta para que se someta a su mandato.

En su vergonzosa sumisión ante los centros globales de poder, la burocracia de la CEPAL se prestó obedientemente a armar la trampa de Escazú para someter a los países de América Latina y el Caribe a cumplir con los principios fundamentales de este acuerdo, negándose a la vez a cumplirlos ella misma. El Acuerdo de Escazú le impone a los países la obligación jurídicamente vinculante de informar sin reservas a la población sobre los posibles impactos ambientales de sus correspondientes actividades económicas y de desarrollo, a garantizar la participación ciudadana en la toma de decisiones sobre tales actividades y a garantizar el acceso a los mecanismos de justicia, tanto nacionales como internacionales, por parte de la población para dirimir potenciales divergencias con los órganos nacionales de poder.

El aparente objetivo principal del Acuerdo de Escazú es evitar que los gobiernos procedan sin consultar con sus respectivas poblaciones el impulso de actividades de económicas, industriales, de desarrollo y aprovechamiento de sus recursos naturales.

Pero la burocracia de la CEPAL se olvidó conveniente e hipócritamente de poner en práctica esos mismos principios para aprobar el Acuerdo de Escazú. Evitó deliberadamente informar debidamente a la población de América Latina y el Caribe sobre el contenido y alcance del convenio internacional propuesto. Aún hoy, casi 5 años después de su suscripción inicial en la ciudad costarricense de Escazú en marzo del 2018, la mayor parte de la población de América Latina y el Caribe desconoce su contenido, su alcance y sus perniciosos mecanismos para obstaculizar sus correspondientes aspiraciones de desarrollo, sometiéndolos a la voluntad de mecanismo jurídicos extra-regionales.

La CEPAL evitó también deliberadamente facilitar y garantizar la participación ciudadana en la toma de decisiones nacionales sobre la suscripción del Acuerdo de Escazú. Y evitó deliberadamente garantizar el acceso de la población a los sistemas nacionales de justicia para dirimir potenciales diferencias entre la población y el gobierno sobre la conveniencia de suscribir el acuerdo.

Para cumplir con su vergonzosa misión de sometimiento del futuro de los países de América Latina y el Caribe a la voluntad de centros hegemónicos de poder, principalmente a través de la red de organizaciones no gubernamentales nacionales y extranjeras sembradas en todos los países de la región, la CEPAL violó su propia normativa en cuanto a la participación ciudadana en la toma de decisiones sobre sus propios intereses y los de sus descendientes. Optó por negociar la aprobación del Acuerdo de Escazú exclusivamente con los gobiernos de turno. El pregonado respeto a la voluntad popular quedó expuesto como una hipócrita traición al derecho de la población a participar en la toma de decisiones.

El congreso de Colombia ratificó el Acuerdo de Escazú el lunes 10 de octubre 2022 “para la protección del medio ambiente y los derechos humanos”. Queda pendiente su sanción por parte de la Corte Suprema de Justicia y la firma del presidente Gustavo Petro. Colombia se convierte así en el décimo cuarto país en ratificarlo, de los 33 países de América Latina y el Caribe.

Queda pendiente su ratificación por parte de Brasil, Perú, Paraguay y Venezuela en América del Sur, por Costa Rica, Guatemala y Honduras en Centro América, por Jamaica, Cuba y República Dominicana en el Caribe. Queda también pendiente su ratificación por el gobierno de Estados Unidos en nombre de su oprimida colonia caribeña: Puerto Rico.

Documento completo en este enlace

 

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